Ryan

Si fuera marroquí, también estaría indignado con España. Lo que ha sucedido con la joven Dalila, fallecida tras peregrinar por los hospitales de Madrid, y luego la muerte de su pequeño bebé, es demasiado terrible para ser entendido. Y menos aún siendo nosotros españoles y ellos marroquíes, con todo lo que nos separa estando de la mano, no obstante. Con el agravante, además, de que presumimos por esos mundos de Dios de una sanidad pública modelo. El azar nunca es comprensible y menos aún cuando encadena desgracias como las que abaten a esta pobre y bella familia. Por ello, no nos creen en el país vecino. El dolor y la indignación los ciega de la misma manera que el estupor nos paraliza a nosotros. ¿Cómo han podido ser tan torpes nuestros médicos y enfermeras?. Sólo cabe ser comprensivos con su dolor y algo más, dar explicaciones a sus familiares y a las autoridades alauitas; investigar lo ocurrido por todas las vías legales con el único afán de averiguar el porqué e identificar a los responsables. La Fiscalía, es un alivio, ha entrado a investigar de oficio, que nadie la detenga, que no vengan esos políticos de la Comunidad de Madrid tan dados al enredo y a la doblez a complicar más las cosas con el único afán de protegerse. Convendría, también en esta ocasión, realizar ese ejercicio de memoria que mejor nos pone ante el espejo: ¿ qué hubiéramos pensado los españoles si estas muertes se hubieran dado en París en 1969, si Dalila se llamara en realidad Carmen y Ryan hubiera sido bautizado con el nombre de Antonio?. Terrible.

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