Objetivo, el Gobierno. Toma 2

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

Un amigo, que se llama a sí mismo “demócrata y catedrático asustado”, me envía el siguiente mensaje: “Hola Pepe. No sé cómo lo verás tú, pero creo que estamos en el segundo asalto al Gobierno. En esta ocasión, con menos enmascarados y los aliados de Pedro Sánchez en su camorra. Esto se parece cada día más a Estados Unidos pero sin Trump… de momento”. Es un poco exagerado pero no dejo de estar de acuerdo en el fondo. Porque se están rompiendo en tiempo récord demasiados muros que creíamos infranqueables de nuestro vallado democrático. Ni siquiera la enfermedad, la pandemia, la muerte y la ruina económica y moral de España son obstáculos para la más despiadada ofensiva política que trata de aniquilar a los partidos en el Gobierno y a sus principales dirigentes.

Convivimos durante años terribles con formaciones políticas, y sus grupos de apoyo civil, que instrumentalizaron hasta la náusea la lucha antiterrorista contra los gobiernos socialistas (murga nefanda que aún colea). Derrotada ETA muchos pensamos que ya no habría un Himalaya tan grande que pudiera separarnos tanto. Vino pronto la desafección separatista catalana y se reinicia el reparto de carnets de españoles y antiespañoles, a pesar de que los socialistas – entonces en la oposición – apoyaron la intervención del gobierno de la Generalitat catalana (el famoso artículo 155 de la Constitución) por el Gobierno de la Nación. Ese volcán continúa vivo y bien activo.

Ahora, la derecha en la oposición decide que su prioridad es tumbar al Gobierno cuanto antes aprovechando la desazón y el miedo generales (también sus errores y apuros para mantenerse) de la población a causa de la pandemia que infecta y mata. Y, para ello, decide machetear determinadas costuras del Estado que nadie pensó antes que pudiera ocurrir.

 

«Qué queda más por ver en esta lucha política (casi) sin reglas».

 

Lo que  sucede durante los últimos días en Madrid es gravísimo. La administración regional se enfrenta a la Moncloa (y a la evidencia científica, habría que decir también),  al negarse a imponer medidas más severas para contener la pandemia cuando todos los datos evidencian que la capital de España y poblaciones limítrofes constituyen los núcleos urbanos más infectados de Europa. Sus autoridades regionales son tan ¿locas? ¿inconscientes? ¿radicales? que están dispuestas a asumir una responsabilidad enorme, increíble si advertimos los estragos a que puede llevar tanta obcecación por combatir al adversario político.

Así que muchos se preguntan qué queda más por ver en esta lucha política (casi) sin reglas. Deberíamos atender a los ecos de las palabras de Trump cuando avanza que puede no aceptar los resultados de las elecciones presidenciales de noviembre si no le son favorables. Esos exabruptos de demente no son solo para consumo interno de norteamericanos: vuelan fuera, inspiran a otros para arrollar barreras democráticas infranqueables solo ayer. En nuestro país, por ejemplo, llevamos varios años jugando de manera muy arriesgada con eslóganes como el de “gobierno ilegítimo” aplicado al que preside Pedro Sánchez.

Lo nuevo y más preocupante de esta segunda ofensiva  sin medida es que aparecen en la misma estampida y algarabía mediática el Tribunal Supremo y su presidente tan conservador; la Fiscalía del Estado, en llamas aprovechando el desahogo del fiscal Navajas, su segundo en el escalafón; y hasta el rey (que debería estar más a resguardo que nunca hasta que se tengan más noticias sobre su emérito padre). Y como guinda, una moción de censura de Vox que, por otra parte, inunda el Congreso de iniciativas para “mejorar en todos los sentidos” a las fuerzas armadas. ¡De nuevo el ejército en los titulares de prensa y en España!

«Las desavenencias en el Ejecutivo alcanzan asuntos medulares».

 

Claro que Pedro Sánchez tiene también su responsabilidad en el desconcierto de este increíble mambo político. La principal y más grave es no poder aparecer y mostrarse con la solidez de quien preside un Gobierno cohesionado en momentos muy difíciles para el país y tan amenazantes para él  y los partidos que lo forman. Esta es su principal vía de agua. Porque las desavenencias en el Ejecutivo alcanzan asuntos medulares y calientes como cuando Unidas Podemos arremete contra la monarquía o dificulta todo lo posible que el presidente del Gobierno y su partido se abran a acuerdos presupuestarios con otros partidos más allá del conjunto de formaciones que apoyó la investidura de Sánchez.

La dirección que ha tomado el mundo (una Era muy diferente), la encrucijada europea y la pandemia inesperada como grave trastorno son acontecimientos lo suficientemente expresivos como para que entendamos que la España de las naciones (o nacioncillas), más allá de la milonga nacionalista tan miope que la canta, es una antigualla dibujada en papel sepia.

Porque qué carajo le interesan los Presupuestos Generales del Estado (PGE) a Puigdemont, a HB, si apuramos, a ERC o, en el otro extremo, a Vox: nada. Si Pablo Iglesias no lo ve es porque no le interesa abrir los ojos. Uno de los pocos arbustos de ribera que le quedan al país para agarrarse antes de caer por el precipicio de la cascada son los PGE.  Darían tranquilidad no solo al Gobierno, sino sobre todo a los ciudadanos, mercados y comunidad internacional. La derecha popular busca su lugar de privilegio zurrando al Gobierno sobre superficies críticas y arriesgadas, pues quiere también llevarse por delante a Vox y Ciudadanos.  Claro que el “aquí estoy yo” de Pablo Iglesias solo puede conseguir que lo que queda de izquierda en España se haga mil astillas al caer también por la misma cascada.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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