Hace décadas que los amantes del fútbol observamos el color del fango en su fondo de ojo. Nada es normal en la trazada del paso de señores como Lendoiro, Florentino o el ahora proclamado como gran tunante, Sandro Rosell. Pero son innumerables los dirigentes, representantes y correveidiles que viven cojonudamente del juego de pelota Seguir leyendo
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