Odio en el aire

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

Decía hace unos días el cantautor Luis Pastor –un cupero hijo de Extremadura, según el mismo viene a autodefinirse- que el procés está despertando al franquismo de nuevo. Y es una observación miope. El franquismo nunca ha dejado de estar vivo, lo que ocurre es que se protege bajo las faldas del PP. Lo verdaderamente nuevo en la España del momento son las grandes avalanchas de hijos del procés con sus proclamas xenófobas, sus declaraciones supremacistas y un largo corolario ya de insultos, descalificaciones, injurias, acosos verbales y amedrentamientos de toda clase que ejercen contra aquellos que no piensan ni sienten como ellos, y defienden sus ideas con la única arma legitima en democracia: la palabra.

El procés está llegando al límite mismo de lo admisible en democracia cuando acude ordinariamente al insulto y la intimidación del contrario. Está en la puerta misma de la violencia política al construir todo su discurso alentado por el odio, cuando esta emoción es la antítesis exacta de la política. Las pintadas ofensivas y vejatorias; los escraches, boicots y ataques homófobos (Iceta) o machistas (Arrimadas) llegan al umbral mismo donde comienzan las bofetadas.

Era difícil creerlo, pero son los políticos separatistas catalanes y sus seguidores mercenarios los que están llevando la política en España a su nivel más alto de contaminación. Los dicterios de aquellos que iban a “asaltar el cielo” parecen ahora baladronadas de románticos vanidosos, y las vomitonas de los jabalíes del PP (Rafael Hernando, Martínez-Pujalte, Álvarez-Cascos, Luis Ramallo…) el necesario desagüe marrón que precisa excretar el sistema. Hasta el derechista Albiol, tan enorme, parece a su lado un apacible guardia de tráfico.

 

Un tobogán rebaladizo

 

Todo es bronco. La descalificación y el odio son los conductores de su discurso político, mientras en el anonimato de las redes arrasan con su metralla de palabras, muchas de las cuales nacieron en las refriegas políticas europeas de los años treinta, vísperas de incontables hecatombes humanas. Lo primero que debería intentar detener el gobierno que pueda salir tras las elecciones del próximo jueves 21 de diciembre es el alud de división entre catalanes, y de éstos con el resto de españoles. Porque, aún sin independencia, la brecha abierta entre unos y otros puede llegar a tener dimensiones oceánicas; porque cuando el odio se cuela en el aire, todo queda contaminado por tiempo largo e indefinido.

Se atribuye al inmenso Chéjov -uno de los más grandes conocedores del alma humana de la historia- que el odio une a las personas más que el amor o la amistad. Por ese resbaladizo tobogán nos deslizamos. Igual Miquel Iceta pensaba en todo esto cuando habló de la necesidad de indultar a los líderes del procés una vez se detenga la hemorragia catalana. Ocurre que no lo explicó nada bien; sucede que tampoco a este lado de Tortosa se está por acciones tan generosas.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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