Vuelta a la Patria

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Podemos continúa llamando la atención. Después de un programa electoral que clona el catálogo de Ikea (política low cost) traen a la patria (y el patriotismo) a danzar en esta campaña electoral camino de la consolidación del populismo político, también en España.

Es seguro que han medido bien el efecto electoral que tiene la palabra patria en la boca de un coro de filibusteros. Les ayuda en el acarreo de votos, aunque su utilización bastarda siga profundizando en el troceo de eso que también ellos llaman a boca llena España, o Cataluña, o País Vasco, o Galicia.  En esta materia vienen a echarle también una mano al PP que utiliza la bandera (el símbolo por excelencia de las patrias) a la manera que hiciera el franquismo, aunque sin el aguilucho.

Son muchos los españoles que al oír la palabra patria sienten escalofríos. Porque la patria y los patriotas no han hecho otra cosa que apalear en su nombre. La invasión napoleónica, que arrasó nuestro país, sembró estas tierras de patriotas tan grandiosos que todavía no ha logrado despegarse de ellos. La plaga de tantos Espoz y Mina llegó a ser tan viral que sembró la América española de espadones patriotas que, apoyados por los criollos, arrojaron a los realistas al mar o los despeñaron «por las bocas de los volcanes». Lo que vino después lo conocemos todos: centenares de golpes militares, millones de muertes, y avenidas y plazas repletas de banderas nacionales al viento y estatuas enormes de libertadores y héroes.

Patria es, en sí misma, una palabra hermosa, evoca a la tierra del padre, nuestro origen que nos acaricia el corazón para que amemos el lugar de nuestra cuna. Pero la historia de tanto salvador le ha escupido de tal manera que la hermana con chauvinismo, xenofobia, racismo y hasta totalitarismo y fascismo. Ahora Podemos, tan deudor de algunos países americanos donde el caudillismo impera, quiere introducir de nuevo en España ese menjunje ponzoñoso que une a los hombres con el destino de unos salvadores, apelando al bajo sentimiento de patria.

Efectivamente, el partido de Iglesias lo está dando todo por obtener un buen resultado electoral, y puede que logre alcanzarlo. Ocurre, sin embargo, que la utilización masiva de almíbares envenenados como esconde la palabra patria, arrastran a este país (recordemos: democracia de ciudadanos hoy) por un túnel del tiempo que lleva a un siglo o siglo y medio atrás, cuando O’Donnell, el espadón, se jactaba de no tener enemigos porque todos estaban muertos, y al Franco que definió a «nuestra patria» como «unidad de destino en lo universal». Coquetea además con el eslogan de Fidel Castro «Patria o muerte» y más cerca en el tiempo con el Hugo Chávez golpista, que atrajo a más de la mitad de los venezolanos hasta su aventura política suicida sacando del sarcófago de la historia a Bolívar, otro espadón.

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