La larga marcha de Cataluña

La marcha de Cataluña.www.blogs.publico.es
Fotografía: La marcha de Cataluña.www.blogs.publico.es
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La larga marcha catalana – por el derecho a decidir, ayer; por la independencia, hoy- crece y se robustece cada año. Los que creemos que ninguna larga marcha acaba bien, no obstante, deberíamos de dejar de engañarnos al dar escaso valor a las enormes manifestaciones de la Diada. El colorido, la alegría, los millares de niños y globos, y los cantos pacíficos «sin pancartas que muerden», no se deberían confundir con atrezzo. Son marchas populares, familiares y nacionales. Es palmario que un número más que respetable de personas – y continúa creciendo- ha decidido separarse del resto de España. La cosa va tan de veras que a estos catalanes no les cansa tantos años de movilización, sino que se hace más hondo su aliento.

Esa marcha pacífica hacia la independencia no es un viaje a ninguna parte como sostiene el inmovilismo instalado en nuestro gobierno, nuestras sorprendidas élites económicas y la vocinglera clerecía. Hace menos de un año, Rajoy transmitía a la colonia periodística extranjera en España que la cuestión catalana era un asunto doméstico. Y se supone que algo parecido diría a sus colegas europeos cuando estos manifestaron curiosidad por el fenómeno. Hoy, mutatis mutandi, sin enmendar en absoluto su discurso de hace unos meses, roza los codos de Merkel y Cameron para pedirles humildemente que afirmen en público que una nación catalana no tiene cabida en Europa. También él está llevando el conflicto fuera.

Por su parte, Mas y la larga barraca «pel sí» que le acompaña se esfuerzan en algo parecido pero con la prensa extranjera. Nunca acudió tanto periodista foráneo para seguir una Diada y su corolario de declaraciones y fastos públicos. Las crónicas sobre el momento catalán se multiplican y advertimos nuevos matices en ellas y algunas sospechas de que «las cosas están cambiando». El tema catalán no deja de engordar y comienza a ser demasiado ¿explosivo? como para considerarlo sólo un asunto interno. Numerosa prensa de influencia comienza a observar -como tantos aquí- que el gobierno de España y la Generalitat, junto a sus respectivos ejércitos de influencias y propaganda, se han instalado en ambas márgenes del Ebro, como si este fuera nuestro particular Danubio de los nacionalismos, para exhibir sus banderas y gallardetes, corazas áureas y bermejas, y otras farfollas que tanto gustan en las tertulias políticas.

Todo se está llevando tan al límite del tablero, que hasta las soluciones en reserva: diálogo, federalismo y reforma constitucional, se podrían estar quedando obsoletas. Al final de todo, porque también esto acabará, unos y otros tendrán que tirar de las cataplasmas que ahora rechazan para redactar sus acuerdos. Pero no sabemos en que cuadro se inspirará el artista encargado de inmortalizar esta peripecia histórica: el Guernica o El Abrazo de Vergara.

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