La última semana viene inundada por Grecia. El pasado martes pareció que el hundimiento del mundo estaba próximo. Pero nada de eso ocurrió. Todo lo contrario, se viene comprobando que la UE puede caminar incluso con averías como la griega. Ayuda a este desenlace la posición mayoritaria de la opinión pública europea. Sus portavoces, los grandes periódicos liberales, han llevado el debate a la posición más maniquea: los buenos (Europa) contra los malos (Grecia). De esta manera se oculta el paisaje más cierto: el poderoso (Berlín/Bruselas) contra el débil (Grecia/Tsipras). Ahora la mayoría estamos con el dominador y, en consecuencia, el futuro, que empezó ayer domingo con el referéndum, seguirá tenso. Los alemanes no se moverán en lo sustancial y el resto de países ni siquiera tienen fuerzas para permitirse acaso una mueca.
Alemania, a pesar del No, aburre hasta a Obama y hace oídos sordos de las músicas que ha decidido no escuchar. Algunos desesperados han llamado estos días incluso a los mercados (los dragones modernos) para que intervengan en esta crisis con medidas ciertas contra el inmobilismo fundamentalista alemán. Pero no parece que hagan demasiado, igual echan cuentas y resulta que, por ahora, les va mejor siguiendo el parecer de los cabeza de piedra.
Si Grecia es expulsada del euro, como busca Alemania y tantos desean, sin más sangre que las abolladuras producidas por un euro a la baja y un Putin aún más irritado, los alemanes habrán ganado otra batalla decisiva. A partir de entonces no habrá nadie que se tire al monte de un referéndum, o similar, y los gobiernos europeos observarán la misma actitud obediente que nuestro presidente Rajoy.
Si, con independencia del resultado del referéndum, todo apunta a que nunca un fracaso tan rotundo como el de Grecia (cinco años de austeridad impuesta que le llevan a las puertas de ser un estadofallido) dio tantos réditos políticos al inspirador y principal vigilante de su cumplimiento.
Los chinos están muditos pero muy atentos, y las grandes rapaces del mundo del negocio también. La devaluación de Europa tan al galope les viene muy bien: obtienen palacios reales al precio de decorados de cartón piedra.