Rajoy a contracorriente

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Fotografía: Rajoy.www.elconfidencial.com
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A estas alturas todos sabemos que Rajoy es el inventor de la inacción como motor de la acción política. Parece un contrasentido pero no lo es. Todo lo ocurrido en los últimos tres años y medio en España ha venido impulsado por su quietísimo, sus silencios emboscados en frases hechas, la levedad de gas de tantas declaraciones y conferencias, el esquivo de los problemas, la aversión a las ideas, el avestrucismo ante desafueros, mangancias y tanto sufrimiento. Esa política tan rara de no estar como novísima expresión del liderazgo astuto y sabio de un gallego con retranca y luces largas, se le ha hecho escombros al final mismo de la legislatura. Las elecciones del 24 de mayo lo han dejado en taparrabos.

Así que todos pensábamos que -por su propio bien y de su partido- haría mudanzas al fin. Pero no ha sido así. Ha llamado hasta el banquillo de los titulares a tres o cuatro rubios del equipo B, bien adiestrados y con pico de tertulia, para que batallen en la televisión, mientras el -así lo promete- apoyará con los cañones de largo alcance dispuestos en La Moncloa en baterías perfectas orientadas hacia todos los puntos cardinales de España.

Rajoy sigue en sus trece. A su entender el traspiés de mayo se debe a que no han comunicado con eficacia y que el maná de su política economica y de empleo no lo palpa aún la ciudadanía de la manera que, por contra, es percibido como un milagro por Merkel y todos los grandes think thank neoliberales de Europa.

Cree que en cuatro o cinco meses esto cambiará. Primero, porque calcinarán a los socialistas acusándoles de radicales que aúpan a los nuevos bolcheviques de Podemos y, a estos, al dibujarlos como la extravagancia política más peligrosa aparecida en España desde la República. Y segundo, inundando el cielo de buenas noticias económicas y laborales durante todo el tiempo, sean estas ciertas o sólo simulaciones.

Claro que esta manera de ver su situación tan a contracorriente de la evidencia le lleva – y él y Arriola lo saben- a colgar sobre sus espaldas todo el morral de legislatura y la ventura de los últimos doce años del PP. Por ello no tendrá más remedio que salir al ágora como ya hizo en las elecciones andaluzas, que perdió, como lo ha realizado en municipales y autonómicas, y en estas quedó.

Varios sociólogos de la comunicación política se relamen imaginando la próxima campaña de generales: Rajoy, un sesentón ejemplo de la vieja política, frente a tres jóvenes leones con toda la sabana por dominar.
La experiencia frente a la aventura. ¿Y si le gana a los tres?. Es probable que este pensamiento le ruede por las mientes y avive su ambición. Asistiremos a una campaña a cara de perro.

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