Uno de los dirigentes fundacionales de Podemos, Juan Carlos Monedero, ha abandonado la dirección de este partido, y no sabemos por qué. Varios días después del anuncio, numerosas declaraciones de concernidos: el mismo Monedero, Iglesias, Teresa Rodríguez… y la crème de la crème del periodismo político huroneando en las tramoyas de los que vienen para asaltar el cielo, no consiguen proporcionarnos certezas sobre los motivos del portazo. Vamos, que Monedero abandona la carrera como tantos otros políticos de los partidos que llaman casta sin que nadie de una explicación no ya cierta, sino solo creíble.
Cada día que pasa, este partido, y no sólo él, se parece más a esos otros que tanto critican: luchas de poder, aparato y burocracia. Porque la salida de este agitador de la izquierda no es cualquier cosa. Lo que él representaba hasta ahora era esa vía chavista que, aprovechándose del río de descontento que es España y el éxito del 15M como marca, busca hacerse con el favor popular para colocarlo bajo la dirección de un líder carismático llamado Pablo Iglesias. ¿Significa que la dirección se desentiende sin avisar de su largo activismo político militante en el mundo bolivariano?
No sabemos, solo podemos intuir. Intuir que este partido, desde su resonante triunfo de la primavera pasada y la sorpresa posterior de verse colocado en el primer lugar de la aceptación electoral por las encuestas, viene siendo liderado (dominado) por una ambición: el sueño a todas luces desmedido y casi quimérico de verse instalado en La Moncloa, o en el peor de los casos, poder decidir sobre las grandes políticas nacionales a finales de este año.
Para alcanzar esta meta no tienen más opción que la moderación, y es a este empeño, el de la realización de esta maniobra tan difícil políticamente y muy arriesgada para ellos, al que dedican todos sus esfuerzos en estos momentos. La sala de pensamiento y tácticas del partido de los profesores se parece más a la fragua de Vulcano que a un seminario de Laclau: saltan chispas. Y en uno de esos experimentos tan candentes ha caído Monedero y quién sabe si bastantes más.
Porque para hacer virar 180 grados la derrota de un trasatlántico se necesita gran pericia marinera, el tiempo necesario y una inmensa superficie de mar. Podemos es un partido ayuno de soluciones políticas prácticas para la España del momento, carece de tiempo suficiente para explicar su viraje y son muchos los militantes y simpatizantes que le achican el espacio para que Errejón y Bescansa, con Iglesias al timón, no atraquen en el puerto de la socialdemocracia idealizada. Saltarán muchas chispas aún, al menos mientras la ambición del líder sea asaltar el poder (perdón, el cielo) ya.