Semana de tensión

Semana Santa
Fotografía: Semana Santa
Semana Santa
Semana Santa

Tras el velo luminoso y placentero, casi idílico, de una Semana Santa expendida de sol, viajes, consumo y grandes emociones, hierve la lava del volcán que rugirá el 24 de mayo. Bajo su caperuza de nazareno, el PP, «que aprovecha estos días festivos para desconectar», no logra alcanzar un espacio para el sosiego: todo son malos presentimientos. A pesar de la avalancha de nuevos datos que anuncian futuros positivos, no las tiene todas consigo. El voto andaluz, «que no había que extrapolar», le duele como un golpe de bate en las costillas. Muchos de sus dirigentes estarían a punto de enloquecer a causa de los sueños que les atropellan desde la noche del 22 de marzo. Solo ven grandes torres caídas con sus rostros impresos. Se les antoja que perderán centenares de mayorías absolutas y que el PSOE, junto a frikis y catalanes, les arrebatará sus alcaldías y gobiernos regionales. Los sueños deben ser tan alucinantes y urgentes que han logrado zumbar en los oídos de Rajoy hasta conseguir que realice un acto que le es impropio: moverse y convocar a la carrera su asamblea máxima de partido entre congresos al objeto de atizar allí nuevos fuegos que los aleje de esos hielos que les arrojan fuera del poder.

Nadie sabe qué ocurrirá. Pero se supone que cambiarán bastante las letanías de las promesas electorales. El lápiz negro de la oportunidad borrará, otra vez, aquello que no se debe de decir. Y en ese mismo espacio brotarán un sin fin de promesas felices que manan ya de nuestro crecimiento económico imparable y de una creación de empleo tal «que asombrará a Europa», como lo consiguió el efecto explosivo que tuvieron «nuestras reformas» sobre la economía.

Claro que este cónclave no hablará solo de propuestas y compromisos electorales. No pocos dirigentes populares comienzan a preparar el altar de los sacrificios. Se empieza a citar públicamente (o casi) a quienes lo han hecho mal, están quemados o son unos traidores. Y claro, como todo partido político que se precie de serlo, a la política de comunicación se la carga con la principal de las culpas.

Sí, los teléfonos del PP han sido fuego de llamadas esta Semana Santa. Y en los centros más convencionales de su descanso, en comidas o cenas, los vivas y muera han destacado sobre los platos de cordero y los buenos gin-tonic.

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