Rap del Verano

Teresa Muñiz. Acuarela s/ papel Fabriano 22,5 cm x 14,5 cm 2008
Fotografía: Teresa Muñiz. Acuarela s/ papel Fabriano 22,5 cm x 14,5 cm 2008
Teresa Muñiz. Acuarela s/ papel Fabriano 22,5 cm x 14,5 cm 2008
Teresa Muñiz. Acuarela s/ papel Fabriano 22,5 cm x 14,5 cm 2008

He preguntado a amigos y conocidos, cotilleado con Aurora, la chica de la agencia de viajes de El Corte Inglés, y metido la nariz en revistas de famosos y mostrencos: todos hablan de vacaciones. Si lo desean síganme:

Un achuchón en la Marineta Casiana de Dénia, cuando el sol se hunde y el último trago de cerveza se hace beso en los labios de Alicia. Una caminata de seis horas hasta coronar, casi, el Aneto. Bocata de butifarra, una litrona de Damm y el mundo a tus pies besado por el horizonte. Langosta en Es Cranc, Fornells, Menorca. Te quedas sin una linda, pero sales al mar con la certeza de haber comido la caldereta más barata del mundo. Dos días al torrado de Tomelloso. Indicado sólo para lugareños y emocionados del mosto. A media noche ponen los mejores gin tonic de La Mancha, y nadie conoce como se llama esa ginebra. Noche de baile y enamoramiento en la discoteca Booom, de Ibiza. Molido por la bachata y el tecno te recupera la sonrisa de la camarera de la heladería. Es de Granada y tiene en sus ojos negros el brillo de acero de las espadas de Juego de Tronos. Te enamoras tan perdidamente de ella como sólo lo haría la pianista Ariadna Castellanos, pero a media mañana casi todo se queda en los humores del sueño. Corte de digestión en el primer paseo por Calcuta. Una joven te ofrece una coca-cola y te salva. Hasta ese momento habías aborrecido el brebaje de Atlanta. Cuatro días de yoga en una de las cien mil islas de Indonesia. Ves como crece en ti el hambre y se fortalece el espíritu. Aquí las bicicletas no son para el verano. Un Bucanero «hela» en el Malecón habanero. Te solicitan ellas y ellos. Te ríes. Tanto da. Baño en las simas del agua de las cataratas de Iguazú. Luego una partida de billar y esa botella de Santa Teresa que trajiste de Caracas. La piscina no conseguirá lavarte el calor en toda la noche. Buscando al oso pardo, con sumo afán y serios derrames de adrenalina, por los bosques cinematográficos de Canadá. Sentirse como un autentico bwana en la terraza norte del hotel Sayari Camp, en el corazón del Serengueti, hablando de hienas y leonas dormidas con la misma pasión que Homero declamaba sobre Aquiles. Noches de cuento y misterio en la casa de los abuelos mientras tus padres se ponen ciegos. Allí los recados de ultratumba los traen los lamentos de las gatas en celo. Buscando a Joyce por Dublín, aunque siempre te importó un bledo porque nunca  llegaste a entenderlo. En realidad ibas tras el rastro de la becaria que te dio calabazas. Tampoco aquí quiso mirarte. Colarte de camarero en el orient-express, siendo tu de Bujalance, sólo por el placer de beber a escondidas los vinos más caros del mundo. Restregare los ojos varias veces porque no crees que estés tomando un chocolate en el café Florian, de Venecia. Ahora sabes que la historia también puede emocionar. Perderte por los trenes europeos con cien palabras de inglés, un puñado de francesas y ni puta idea de alemán; una caja de condones y un agujero en el bolsillo por el que perdiste los cien euros que te dio la abuela. Tener el valor de decidir ir a comer al restaurante Jabri House, de Damasco, el 7 de agosto de 2014. Pretendes asombrar a los soldados del tirano Asad y demostrar al mundo que la guerra no te va impedir comer el mejor hummus del mundo. Un pulpo con vino resina en la playa de Balos, Creta. Sólo sientes no tener treinta años menos y en la mano derecha ese dedo índice tan firme que desafiaba al mundo. Celebrar en Argentina su triunfo y hermosa ruina observando como desafía a la belleza del tiempo el Perito Moreno. Ganar la cátedra en acojone al cruzar el Cabo de Hornos; segar la yugular al miedo y hablarle de tú a los vientos huracanados del sur. Y bajo el cascarón que te menea con violencia, cinco mil metros profundos de aguas que nunca nadie se atrevió a mirar.

 Buen verano.

TERESA MUÑIZ es asturiana pero hecha en Madrid, donde estudio en laEscuela de Bellas Artes de San Fernado, y vive. Crea y enseña pintura desde siempre. La abstración, el color, la determinación y el misterio son los puntales de su obra. Admira algunas de sus pinturas en su web.

Un comentario en «Rap del Verano»

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