El Color de las Elecciones

Dos son los colores de las elecciones: el verde del dinero y el gris acerado del rifle de la propaganda. Con buena cartera y suficiente arsenal de palabras convertidas en eslóganes y espectáculo, cualquier palurdo está en condiciones de ser concejal y más. Después de unas elecciones europeas – que casi no lo fueron porque casi no ganaron los que en la mano llevaban escrita la «v» de victoria – el PP se está tomando muy en serio el asunto. Tras el estertor que le supuso perder cerca de cuatro millones votos y el paso obligado por el diván del brujo en búsqueda de consuelo, se reunió en sus maitines más secretos y decidió que la balacera electoral no podía esperar a que pasara el verano, la orden de fuego a discreción debía ser dada ya. Y en ello estamos.

La ansiedad financiera de RTVE, producto de un déficit cercano a los 800 millones de euros, ha remitido al inyectar el Gobierno el dinero suficiente para que vuelva la alegría a los informativos y el pase de ministros y noticias positivas. La reforma fiscal, tan temida, ha terminado siendo un boleto de lotería marcado con la pedrea que Montoro quiere meter en el bolsillo de muchos españoles. El paro juvenil pronto dejará de ser titular porque «el incentivo económico al empresario por seis meses para que contrate será irresistible». Claro que habrá que arreglar ese problema en la ley electoral que impide que el candidato más votado sea alcalde por derecho, es decir, adiós al pacto, la coalición y el acuerdo. Y sobre todo hay que continuar apaleando a «El Coletas» de manera inmisericorde hasta nueva orden, pues de no haber un enemigo de la patria que justifique muchas cosas todo el plan puede hacer aguas. (Pobre Iglesias, la que le ha caído. Para salir de esta habrá de tener la determinación ideológica de su tocayo histórico, el fundador del PSOE, la tozudez rayana en la ceguera de Xavier Arzalluz o la soberbia inteligencia de Alfonso Guerra, otros sobre los que llovió sulfúrico durante muchos años).

Sí, el Gobierno ha puesto el debate político en clave electoral muy reconocible. Todo suena a que no son sólo los preparativos de las municipales y autonómicas, sino algo más: el anticipo de generales. Con una Cataluña despendolada y sin control, un PSOE a la deriva que ya no «podrá ayudar a la estabilidad» y el descontento capitalizado por la izquierda dura y los nacionalismos progresivamente, igual mueve al PP a solicitar un respaldo electoral explícito para sacar a España del despeñe político «como ya la está sacando de la ruina económica».

La propaganda se atreve con todo. Es cuestión de dinero, palabras como rifles y osadía.

Un comentario en «El Color de las Elecciones»

  1. Un certero análisis. Es cierto que el inmovilismo de Rajoy sobre Cataluña puede de pronto convertirse en la sorpresa, a la vuelta del verano, de unas elecciones que se antepongan a la amenaza del referéndum, y que intente desmontar a corto plazo la estrategia de Mas/Esquerra.

    Por otro lado, a nivel empresarial no comparten el propagandístico optimismo del gobierno sobre el empleo: eso de que «ha venido para quedarse». Y Rajoy sabe que los empresarios tienen razón; que a la vuelta del verano el efecto estacional puede descabalgar la tendencia. Por eso el lanzamiento del Plan de Jóvenes: si a corto plazo desmontan la desesperanza una buena parte de esos más de 800.000 entre 16 y 25 años, el efecto de los resultados inmediatos pueden airearlo propagandísticamente. Si esperan más tiempo, la espuma puede volver a bajar, porque ellos saben de lo coyuntural del efecto que puede producir…

    Todo muy apresurado, porque esperar hasta las elecciones municipales de mayo puede ser arriesgado: no sea que baje la marea y se vea la porquería del fondo… Y, por supuesto, si ganan unas generales anticipadas, el rebufo les puede llevar a ganar las municipales, o a no perder tanto…

    Y mientras, al PSOE lo pueden sorprender con el pie cambiado, ajustando cuentas internas. Esa derivada es la que debe llevar al PSOE a jugar fuerte, y a echar el órdago que el país entero le está pidiendo: planteándose las próximas elecciones legislativas (anticipadas o no) como unas elecciones plebiscitarias, en las que se concrete la consolidación del Estado Social de Derecho incorporándolo con afianzamientos claros a la Constitución. Y en las que presente un Proyecto de Actuación en materia de Empleo, Educación, Sanidad, Vivienda y Dependencia que haga creíble esa propuesta Constitucional. Por supuesto, abordando el tema territorial de modo que desempate el estancamiento actual, y le haga retomar posiciones en Euskadi y Cataluña sin perder los apoyos del resto de la sociedad: combinando valentía y cordura. Hay fórmulas para eso.

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