Las Cuentas Secretas

Alucinaríamos si conociéramos el número de cuentas que mantienen ciudadanos españoles en paraísos fiscales. Y no me refiero al manejo que hacen de éstas las grandes fortunas o empresas, sino a personas corrientes con las que nos rozamos al tomar la caña del aperitivo. Los expertos aseguran que son centenares de miles.

Hace unas décadas, unos señores muy discretos y silenciosos llegaban el día y la hora concertados hasta unas casas en penumbra y se llevaban un maletín dejando un triste recibo como justificante. Luego, fue el propio interesado quien, aprovechando la apertura de las fronteras y la facilidad del transporte, acarreaba su fortuna hasta bancos en palacetes que bordean los más bellos lagos y plazas de Europa: Suiza, Andorra, Liechtenstein, Luxemburgo, Holanda

En los últimos tiempos el tráfico se generalizó tanto que ya no hubo un patrón dominante. En la sala de espera de un banco, pongamos que de Basilea, se rozaban con la mirada el notario con el dueño de una pastelería, en tanto que un mandangas de la noche española contaba en alto el secreto de todos: » ¿Cómo no voy a sacar mis cuartos de España si allí me preguntan por todo?».

Esta gente, que es muy numerosa, lleva semanas preocupada al máximo. Los media levantan a menudo nombres de conocidos que mantienen cuentas millonarias al resguardo del ojo de Hacienda, y eso juega en su contra. Muchos maldicen, una vez más, a los políticos, pues su patosería les pone en riesgo. Sospechan que se empieza por políticos, narcotraficantes y dictadores y se puede llegar a acabar en ellos. Sus agentes financieros – que nadan en la abundancia gracias a su miedo -, les tranquilizan afirmando que nos les ocurrirá nada pues su dinero no está manchado por la extorsión o el crimen.

¿Pero qué dinero que huye de la hucha o el banco de la esquina no esconde un delito?. La huida siempre significa algo. Es verdad que la voz interior del evasor le ayuda bastante: impuestos asfixiantes, gobiernos intervencionistas, la alta rentabilidad obtenida fuera…Son muchos los que ya no ven Suiza como una solución segura. ¿A dónde ir pues?. Están indecisos. La solución que les ofrecen los entendidos está en paraísos exóticos y el lejano Oriente. Pero no les acaba de convencer. Se preguntan donde están las islas Vírgenes y quien sabe manejarse por el vientre de Hong Kong. En tanto se aclaran, rezan porque la Audiencia Nacional no continúe pidiendo más comisiones rogatorias y que los suizos vuelvan a su santa discreción que tan ricos los hizo siempre.

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