Escocia

Ilustración de Pachu M.Torres
Fotografía: Ilustración de Pachu M.Torres
Ilustración de Pachu M.Torres
Ilustración de Pachu M.Torres

Poco a poco se irá hablando con mayor frecuencia de Escocia. Y no será por su whisky o por la periódica aparición de una pelirroja de belleza excepcional, sino porque allí se está en puertas de un referéndum que ventilará si esta belicosa y desvastadoramente verde nación se independiza, o no, del Reino Unido. Todo apunta a que los nacionalistas no lograrán ganar.

Dicen que los escoceses son tozudos, soñadores y airados en ocasiones, pero no crece una mayoría de locos que prefiera despeñarse por el acantilado de la historia por ser fieles a la irracionalidad de unas ideas patrióticas. ¿Se puede decir algo parecido de nuestros compatriotas catalanes?. Aquí esta el quid.

Rajoy derramará el ejemplo de los scottish highlands sobre la deriva de Mas y ERC a medida que la causa escocesa se vaya desinflando como parece. Porque su tan criticada actitud ante el problemón catalán, aparentemente descomprometida y cerrada al diálogo, no parece tan disparatada. En realidad, el presidente pensará como tantos millones de españoles: ¡Qué pesadez de catalanes!. Se han convertido en una pesadilla irresoluble como el paro, nuestra postración y la creciente pobreza; otro elemento destacado del mal presente: ruidoso, hastiante, perturbador y amenazante. ¿Pero irremediable?.

De momento se sabe, y es comprobable, que la letanía, larga e insistente en el tiempo, de que España los maltrata, cala y predispone a un porcentaje más que razonable a la independencia. Pero también es evidente que los ideólogos y relatores de esta larga marcha hacia la segregación de España, y sus líderes, no convencen de que habrá un futuro mejor para ellos fuera de España. Mas bien sucede lo contrario: al futuro que dibujan le crecen cada día más telarañas.

Tampoco Mas parece un condottieri liberador de fuste. A diferencia de los líderes independentistas clásicos, se desinfla en la pelea y cada día parece más abatido. No creo, en fin, que batallas de este calado se ganen sólo apelando al maltrato de la madrastra, sino sobre todo gracias al tiro inapelable de las ideas propias y la tracción de sus líderes. ¿Tiene ideas el nacionalismo catalán lo suficientemente potentes como para arrastrar a la mayoría hasta el acantilado de una aventura que les lleva sin duda a la ruina económica?. No parece.

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