Marca España

Quien diría que el humor puede aparecer en un escrito de apelación dirigido a un juzgado. El lenguaje jurídico se tiene por muy serio y espeso, incompatible entonces con la chanza y la ironía. Pero hete aquí que los abogados del PP encargados de cumplir con el papelón de sostener y argumentar que este partido nada tiene que ver con las andanzas de Bárcenas (cuando oigan o lean este nombre recuerden que estuvo más de 20 años en el corazón de las finanzas populares, pues aclara mucho todo) y que jamás disfrutó de financiación ilegal, alegan en defensa de Rajoy y los demás presuntos sobrecogedores que esta imputación, además de ser falsa y calumniosa, afecta de manera grave a ¡la Marca España!. Acabáramos. Nos recomiendan que hay que llevar este caso con sordina no vaya a ser que la Marca España sea perjudicada aún más. Vamos que se debería tener cuidado con lo que se dice y las decibelios que se meten a las denuncias que se vierten sobre los enjuagues populares, pues en ello va el valor de nuestra imagen en el mundo.

Confieso que semejante argumentación me produjo un ataque de risa. ¿De verdad creen los estrategas populares que el caso Bárcenas habría que enterrarlo por las repercusiones dañinas que pueda tener para la Marca España?. El apego por unir el destino de un hombre o una causa al del colectivo, llámese éste nación, institución o familia, no es nuevo. Sin ir más lejos Pujol puso en pie a media Cataluña cuando fue acusado de manejos turbios en Banca Catalana. Pero siempre es una trampa que ponen los poderosos, o los muy osados, a fin de salvarse ellos mismos. La apelación por escrito ante el juzgado viene a confirmar el rum rum político-periodístico de las últimas semanas que viene a concluir en que el presidente del gobierno no puede salir manchado en absoluto «por este caso tan chusco» de los sobres, pues una España asolada por una gravísima crisis económica, institucional, a causa de los trastabilleos constantes de la Casa Real, y política, por la creciente menudencia del PSOE, no soportaría la implicación del partido del gobierno y su presidente en un caso de corrupción como el que anuncia la conjunción Gürtel-Barcenas.

Confiemos en que pase lo que pase mañana la imagen de España no se despeñe aún más por estos asuntos tan chuscos. En todo caso, el silencio y la quietud del presidente, que no sale de la Moncloa sino a través del plasma, trabajan en la buena dirección. Los que están  de road show por el mundo intentando detener el desplome del crédito de nuestro país son nuestros grandes empresarios de éxito. El olvido de Rajoy en su palacio deberá ayudar entonces.

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