Gastrofestivales

Teresa Muñiz. "Inminencia" - Acrílico sobre tela - 195 cm x 130 cm - Periodo: 2000- 2006
Fotografía: Teresa Muñiz. "Inminencia" - Acrílico sobre tela - 195 cm x 130 cm - Periodo: 2000- 2006

 

Teresa Muñiz. "Inminencia" - Acrílico sobre tela - 195 cm x 130 cm - Periodo: 2000- 2006
Teresa Muñiz. "Inminencia" - Acrílico sobre tela - 195 cm x 130 cm - Periodo: 2000- 2006

Leo lo que sigue en una página completa de publicidad en un periódico de gran tirada nacional:  “Gastrofestival. Madrid. Gastronomía por los cinco sentidos. 19 enero – 3 de febrero 2013. Degustación de tapas, restaurantes, menús a precios especiales, los mejores chefs, música en directo, literatura, moda…” No sigo transcribiendo. Basta. ¡Qué ahogo, qué fatiga, qué angustia!. El buen plato,  sus olores, las flores sobre la mesa, la delicada mano del camarero, esos anhelantes días de espera hasta cumplir el sueño de cenar Allí, nos lo quieren hurtar, algunos quieren que todo eso desaparezca a golpe de festivales gastronómicos.

El buen comer y beber, que ahora llamamos gastronomía, está  siendo  secuestrado  por el mercado rampante como tantas otras cosas que antes nos daban momentos de felicidad. Las cocinas dan dinero, les da mucho dinero. Siento que todo esto, es decir, nuestros cocineros y su éxito, nuestras escuelas de cocina y sus estrellas se deslizan inconscientes y amontonados en el tráfago de festivales gastronómicos abiertos a los snob y los horteras para que hagan bulto y parezca que son un éxito.

Los Adriá, Arzac y tantos cocineros de éxito son exhibidos como esas estrellas de Hollywood a las que sus publicistas los meten en tales berenjenales que terminan por no saber si hablan de cebollas o del olor que dejaban bajo los abedules en los otoños nórdicos las pisadas de las elfas vírgenes.

El disfrute de la buena mesa y su universo está justo al lado de las emociones que proporcionan un buen concierto de música de cámara o la contemplación de tres cuadros -ni uno más, ni uno menos-  en una mañana del Museo del Prado. Esta nueva cocina española selecta, imaginativa y sorprendente corre el riesgo de perderse en el río del exhibicionismo, de la abundancia y la sobreexposición, pues ¡qué es eso de los novísimos menús largos y estrechos de 20 platos y 20 flatos!.

Nuestros cocineros y restauradores harían bien en buscar la puerta trasera de esos festivularios y salir corriendo. Es probable que crean todavía que en esos saraos ganan posición e imagen y que incluso pueden atraer clientes para sus restaurantes y curiosos para sus conferencias, libros y otras maestrías y excelencias. Y es posible que en el corto plazo así sea. Pero quienes ganan de verdad en estas ferias son sus organizadores y las  farándulas de empresas que  se adjudican tales montajes. También les viene bien a políticos de medio pelo que,  a falta de mole cemento ante el que fotografiarse,  se adornan las solapas de brotes tiernos.

TERESA MUÑIZ es asturiana pero hecha en Madrid, donde estudio en la Escuela de Bellas Artes de San Fernado, y vive. Crea y enseña pintura desde siempre. La abstración, el color, la determinación y el misterio son los puntales de su obra. Admira algunas de sus pinturas en su web.

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