Sobrecogedores

Luis Bárcenas, extesorero del Partido Popular
Fotografía: Luis Bárcenas, extesorero del Partido Popular

Luis Bárcenas, extesorero del Partido Popular
Luis Bárcenas, extesorero del Partido Popular

La financiación irregular de los partidos políticos se parece bastante a la prostitución: todos la quieren regular, ordenar y hasta prohibir, pero resulta imposible. Es uno de los grandes males de la democracia. No existe país con tradición de libertades que no haya tenido sus buenos escándalos por este motivo. Cuando las revelaciones sobre corrupción son tan fenomenales como las que abofetean hoy al PP, algunos impacientes llaman a que nos bajemos del sistema de partidos y busquemos otras alternativas más saludables. Pero no se debería correr tanto. Cualquier otro sistema sería más perverso pues la corrupción se haría dueña del Estado.  De momento, tendremos  que seguir dando paladas en este lago aunque a veces sus aguas sean lodos.

El caso del dinero oculto en Suiza y los sobres en «b» para dirigentes del PP es novedad porque ha sido denunciado por los media,  pero en todo lo demás es un asunto viejo. Desde hace años cualquier informador político de Madrid medianamente despierto sospecha de su existencia, y mucho más. Pero nadie lo advirtió y menos denunció. Las confidencias de populares despechados y los signos externos del PP y sus mejores chicos/as así lo evidenciaban.

Años atrás ocurrió algo similar en el PSOE. Aquel partido ganaba todo arrollando con su prosa y propaganda. Luego se supo que tenía un manantial llamado Filesa que le ayudaba a ser más fuerte a golpe de millones. El descubrimiento de este cáncer contribuyó en buena medida a su salida del gobierno pero le hizo mejor y más humilde. Desde entonces en el PSOE no se han advertido grandes alegrías y creo que aguanta con precariedad económica gracias a que, en ocasiones, los bancos son indulgentes con sus deudas electorales.

El PP, sin embargo, no se ha enmendado. No escarmentó tras el caso Naseiro,  Soller, Calviá, o Construcción de Burgos, o… Siguió viviendo a todo tren sin importarle que le pudiera ocurrir mañana. Ese mañana ha llegado esta semana. Lo más probable es que en esta ocasión sí esté obligado a cambiar en serio si aspira a liderar en el futuro. Ganar elecciones con candidatos abrasados por la sospecha puede haberse acabado durante bastante tiempo.  La sociedad no se conformará con el anuncio de nuevas leyes más exigentes  y se irritará aún más si la solución pasa por enchufar el ventilador del “y tú  más”.

Más allá de lo que hagan o dejen de hacer las gentes que hoy cuasi monopolizan el poder político en España, deberíamos estar más atentos y no transigir con los atropellos evidentes. En este instante es seguro que muchos están cometiendo las golferías que puede que conozcamos mañana. Deberíamos desenmascararlos ya y no esperar a que los descubra mañana (o no) el policía y el juez. Entonces será demasiado tarde, como ahora lo es para enmendar la vesania del PP. Son décadas de trabajo oscuro.

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