Prisión Permanente

Puede que muy pronto el analista político deba de calar en profundidad sobre qué significa la deriva derechista de Ruiz Gallardón desde que es ministro, hacia dónde encamina sus pasos políticos hoy, qué busca. Pero este no es el tema de la nota de hoy. Hoy toca enhebrar unos renglones sobre la enésima modificación del Código Penal que nos trae la anunciada prisión permanente (revisable) para terroristas y otros delincuentes cuando sus crímenes alcancen gran «alarma social».

Es la penúltima escalada de nuestros gobiernos en esa carrera insólita por hacer de nuestro Código Penal el más duro de Europa. ¿A qué se debe tal empeño?. No se sabe muy bien. La derecha popular, heredera de Fraga y mas allá, nunca ocultó que se encontraba más conforme con la pena de muerte, en según que supuestos, y también con la cadena perpetua, esa condena que muchos la llaman «el ahí te pudras». Pero la izquierda moderada socialista nunca había participado de esos principios y, amparada en la Constitución, vino parando los golpes mayores en esa dirección durante las últimas décadas. Pero no aguantó (o estuvo conforme) con un sin fin de modificaciones del Código Penal y la promulgación de otras leyes muy severas que han hecho regar a España de cárceles, todas llenas de reclusos como ningún otro país de la Europa en la que nos miramos.

Y no es que seamos más feroces, criminales o ladrones, no, el número y gravedad de nuestros delitos está por debajo de la media comunitaria y nuestras ciudades más seguras que el resto. ¿Qué sentido tiene entonces convertirnos en el guardia de la porra continental y olvidarnos a la carrera de la principal misión de la cárcel: rehabilitar?. No se comprende. Algunos dicen que la tradición española ante el crimen es sañuda, que a la mayoría, mas allá de su condición social o ideológica, no nos repugna la mano dura. Será. Pero el próximo dato que filtrará el Gobierno será el coste (inasumible, claro) de nuestro sistema penitenciario. Al señor Montoro no le bastará con ordenar que el recluso se alimente con el tupper que le lleve la familia, irá más allá: planteará la privatización de las cárceles. En USA, su espejo, tiene buenos ejemplos.

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