El nuevo gobierno del PP casi no se ha estrenado como tal ejecutivo, si exceptuamos el anuncio de subida de impuestos del 30 de diciembre. Desde entonces todo son declaraciones amenazadoras e inquietantes que hablan de recortes, sacrificios y otras penurias. Todos los ministros que salen a la plaza pública repiten idéntico mantra: rigor y austeridad. El ideólogo de todo ello, el ministro De Guindos, también llamado el Amo de la Tijera, se entevista los ultimos días en Davos con los mandamases económicos del mundo para transmitirles la misma salmodia: que aman la austeridad «porque viene impuesta por Europa y por los mercados y porque está en el ADN del PP». Y Rajoy, al fin con Merkel, le habrá dejado unos folios con el relato de las tareas que emprenderá…. así que pasen las elecciones andaluzas. Porque ésta es la razón por la que el Gobierno está engolfado en un chau- chau banal cuando el tiempo nos atropella. No entrará en los números hasta que no tenga el gato de Andalucía en la talega.
Las urgencias de ayer por tener en España un gobierno fuerte y sensato con las ideas claras para sacarla de la crisis y crear empleo, se han evaporado. Lo prioritario ahora es esperar a que pasen las andaluzas. Después del 25-M empezará todo; el gobierno desplegará todas sus artes políticas y con el paño de su mano eliminará el polvo que impide que la luz entre en España por Andalucía. Toca esperar dos meses más, marear la perdiz con patronal y sindicatos y banqueros; mandar señales como paños calientes a Bruselas y hacer llegar a Merkel que, como le ocurre a ella muy a menudo, también en España hay elecciones regionales claves que cambian las agendas políticas. Confían que Alemania entenderá y también Francia. Al fin y al cabo todos son conservadores y amigos y preferirán a unos socios españoles que no les hiera el zapato andaluz a causa de una china socialista.
Pero no deberían estar confiados en que los andaluces sean tan complacientes como sus socios europeos, e incluso los mercados que de momento se contentan con el incienso de unas promesas feroces. Las andaluces, que junto a otras muchas virtudes, se adornan de vieja sabiduría y dignidad, saben que el PP juega con ellos una partida inmoral al aplazar la mayoría de las medidas de ajuste hasta después de obtener su voto. Es este un juego muy peligroso. El PP debería de saberlo. El engaño bufo no es bien recibido en las sociedades antiguas, aunque estén de vuelta de casi todo y sumidas en una profunda crisis económica, como la andaluza. Acaso pudiera excitar a que no pocos votantes prefieran salir de la crisis defendiéndose de las medidas que el PP impondrá sin remisión tras el 25-M, que esperando mansos a que la austeridad necesaria los arrastre definitivamente hasta el mar.