El paro es la alarma de España. Un clarinetazo que aumenta sus decibelios cada mes que pasa, cada trimestre que avanzamos. La persistente crisis que sufrimos lo lleva a niveles poco soportables. Estamos en las cifras de 1996 o de los primeros años ochenta.
Nuestro país siempre se ha llevado mal con el empleo. En los años 40 y 50 la dictadura obligaba a los propietarios a emplear a peones por la comida. En los 60 y 70 los empujó a la emigración europea. Los primeros lustros de nuestra democracia fueron dramáticos, pues no se podía acudir a ninguno de los anteriores paliativos. Así que Suárez y González arrancaron la era democrática acosados por el paro y ETA.
Unas políticas económicas correctas y Europa ayudaron a acortar las colas del INEM, pero cuando había recaídas económicas el paro volvía a ser asfixiante como siempre. Los neocon de Aznar «encontraron» la solución. Como quiera que la banca norteamericana (y luego toda la del mundo) «regalaba» dinero se dispuso que toda España fuera un plan parcial. Nos llenamos de viviendas, emigrantes… y riqueza. El desempleo en España fue cosa pasada, lo habían vencido, el pleno empleo era posible. Zapatero, a pesar de las advertencias (o porque es difícil no bailar mientras la música suena), continuó con el mambo hasta que USA estalló y descubrimos que todo había sido mentira, una engañifa, pura ilusión. Lo demás es todo presente.
Este gobierno mantiene a duras penas ayudas al desempleado y desprotegido con los ahorros de la época de bonanza, pero la deuda es insoportable y los acreedores muy poderosos. O les devolvemos el crédito o nos arrojarán al mar de la quiebra. Hay que atender antes la deuda que al empleo. El aguante es mínimo. El cabreo social puede que se lleve al gobierno por delante, pero de inmediato exigirá empleo a los que vengan. Los que ahora se rasgan las vestiduras puede que tengan la responsabilidad de proveer de empleos, aunque nadie sabe cómo podrían hacerlo. Caminan hacia el gobierno a lomos del desgaste socialista. Cuando estén en La Moncloa ya veremos qué hacen. Algunos trabajan con alquimistas del dinero en la obtención de fórmulas como las que llevaron a que Aznar fuera el milagro. Cuando nos las descubran no debemos hacerle caso en absoluto pues solo servirán para que ellos se hagan más ricos y el resto de los mortales mas ilusos.