A la presente legislatura solo le faltaba una guerra para ser del todo completa. Pero ya tenemos. Nuestros vecinos libios están en ello. De aquella tragedia revolucionaria no nos salpica su metralla pero sí las consecuencias de su desorden: refugiados y petróleo por las nubes.
Es decir, mayor inflación, subida de tipos y un nuevo parón en el crecimiento. Los peores vaticinios se van cumpliendo: en el mejor de los casos no saldremos de la crisis en un lustro.
¿Y aquí que entonan los coros dominantes?. Lo de siempre, que Zapatero es culpable. O sea, que insisten por el camino trillado del aplastamiento del adversario aún a riesgo de que también su muerte les arrastre. No tenemos remedio. Los populares pueden llegar al gobierno sin decir que van a hacer «para salvar España’, en tanto que los socialistas pueden salir de él habiendo intentado todo para que la nave llegue a puerto, bien que muy dañada.
Es curioso que muy pocos reparen en la heroicidad que supone la permanencia aún en el gobierno de Zapatero después de tres años dominados por la depresión y la furia. Es muy posible que la derecha en su lugar y condiciones (sin mayoría parlamentaria) no hubiera aguantado. Pero así son las cosas, a esa capacidad de resistencia y habilidad políticas no se les concede gran valor, ni siquiera en las filas socialistas. O quizás sí.
Puede que sea esa seguridad que tienen en la estabilidad que da Zapatero la que estimula a aquellos que aspiran a sucederle como candidatos a producirse como auténticos irresponsables: exigen primarias ya y que Zapatero diga ya lo que tenga que decir.
Esta osadía en personas que incluso son ministros, es decir, que se les supone responsables, solo se explicaría porque no ven riesgo de desestabilizar un PSOE tan baqueteado por los acontecimientos. Pero, claro, eso solo podría ser cierto si estas personas que se proponen para candidatos trajeran de la mano ideas para que la izquierda se reencuentre con el electorado.
Pero de esos materiales vienen tan ayunos como está la derecha. Los candidatos a la presidencia del Gobierno por el PSOE deberían tener en cuenta que lo urgente hoy no es ser la cara que sustituye a Zapatero en el cartel, sino tener el discurso que atraiga al electorado socialdemócrata. Ése es el problema de los socialistas, no la sustitución de Zapatero.