El ministro Moratinos tiene reconocidos méritos y algunas vehemencias. De entre ellos destaca la perseverancia. Sabe como pocos que la labor diplomática es lenta, casi invisible, ingrata con frecuencia; sus resultados lo son a medio y largo plazo siempre.
Para realizar bien este oficio se necesita de la paciencia de los chinos y la testarudez alemana, además de cintura, idiomas y politesse. Moratinos tiene un puñadito de todas estas ambrosías y una gran almorzada de perseverancia. De otro modo no se puede entender esa pejiguera cabezonería suya en procurar que los cubanos salgan de las argollas de los Castro. Las penúltimas viñetas de este serial eterno que es el comunismo antillano nos proyectan una secuencia insólita: ¡la dictadura excarcela a unas decenas de presos políticos!.
Moratinos ha estado en ese ajo. La iglesia católica, también. Algunos de estos disidentes han llegado a España, los hemos visto, han hablado por la radio, existen pues … pero seguimos sin estar seguros de que puedan suceder nuevos pasos, otras decisiones relacionadas con las libertades y la tolerancia políticas. USA se mantiene fría, Europa no mueve un músculo. Casi sólo es Moratinos quien habla de esperanza y de un futuro con otro color. Se atreve a pronosticar que septiembre/ octubre traerán noticias aún mejores. Él sabe lo que ha hablado con Raúl Castro y con Washington y con Bruselas y con el Vaticano. El resto de mortales que seguimos desde décadas la putrefacción de esa dictadura sólo tenemos la memoria de que cuando sucede un espejismo de apertura, el anciano comandante lo fusila sin remisión. Tesón de nuestro canciller aparte, las pocas novedades que nos llegan de la isla se refieren a una crisis económica ( aún no han digerido el aullido de los huracanes de veranos pasados) que los sepulta, que Raúl Castro es más pragmático que su hermano, el iluminado, y que la población empieza a cabrearse después de tanta hartura. Puede que sea de aquí donde saca Moratinos estas gotas de esperanza.