Zambullirse en el caos

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

La polarización política con todos sus avíos – crispación máxima, hartazgo de los políticos, lavado de cara de los viejos autoritarismos – ha entrado en nuestras sociedades para quedarse. El debate sobrevenido tres la derrota electoral de Trump: – ¿Se debilitará el populismo salvaje con su caída o continuará dando grandes quebraderos de cabeza a los norteamericanos y al resto del mundo? – es, en gran medida, un debate retórico; parece más el deseo del mundo democrático, más centrado, que una posibilidad. Se han roto demasiados diques en las últimas dos décadas para que la pantanada liberal se vaya por el desagüe abierto en Norteamérica las pasadas semanas.

Podría parecer casualidad, pero al tiempo que se tambalea el hombre naranja, aún en la Casa Blanca, sus primos hermanos en Polonia y Hungría,  Morawiecki y Orbán respectivamente, echan un nuevo pulso a Bruselas: si nos penalizáis por llevar adelante el mandato electoral de nuestro pueblo, tumbaremos el Plan de Recuperación para Europa. Von der Leyen espera calmarles, pero la batalla que viene dando el populismo autoritario y racista abre un nuevo boquete en la zarandeada Europa. Y tampoco parece afectar, por el momento, a otros partidos conservadores occidentales en la órbita de Trump, o que juegan en las dos orillas de la derecha ora conservadora, ora populista radical, según el interés.

En nuestro país, por ejemplo, el discurso antipopulista de Pablo Casado en el Congreso duró dos días; digamos que le ayudó para salir airoso de la encerrona que le preparó Vox cuando presentó una moción de censura contra Pedro Sánchez. Ahora, se apunta a la moda inaugurada en España por este partido, de manifestarse en automóvil (mucho atasco con poca gente en la convocatoria); se exhibe en Madrid con la presidenta de la Comunidad (su cara más notoria de radicalidad estólida), y viaja a Canarias para atacar al Gobierno, ofendiendo a Marruecos como ya hiciera en numerosas ocasiones su mentor Aznar, el conquistador de Perejil.

En el frente cainita de la zona liberal que comparten derecha democrática y socialdemocracia, el debate se sitúa entre el qué hacemos “con estos viejos cabrones, como definió con su pluma sin mella Javier Marías a la generación que va entre los sesenta y ochenta años, que pretenden darnos todos los días lecciones sobre cómo gobernar España y hasta el mundo mundial; y qué hacen estos jóvenes líderes revienta partidos compadreando con separatistas y compadres de asesinos.

 

«Es posible que ya estemos sumidos en el caos».

 

La trifulca política y social en crecimiento es tremenda; nadie la detiene, ni puede. La acusación generalizada en los ambientes políticos, económicos y culturales es que faltan grandes líderes; que esta ausencia tan lamentable nos conduce al caos. Y puede que tengan su punto de razón; es posible que ya estemos sumidos en el caos sin que querer reconocerlo. Ejemplos y evidencias tenemos por centenares. Aunque el mundo descentrado, sin brújula alguna que alumbre norte, no es solo el político. Puede que sea incluso más determinante en el ámbito empresarial, de la cultura o intelectual.

¿Cómo llevan los grandes de la empresa, llamemos tradicional, su relación con los nuevos tigres emergentes que se vienen imponiendo con la rapidez de la centella, porque están siendo devorados por estos? En España, es difícil encontrar un gran empresario que se salve, acaso el presidente de Iberdrola que, parafraseando la terminología socialista viniendo del antiguo testamento, se entiende con evangelistas tan relajados como San Lucas.

¿Cuándo veremos a los líderes empresariales y políticos decididos a saltar al mundo del caos, con la intención de  contribuir a poner un cierto orden en el magma? Intentos ha habido en años pasados, pero la lava topológica los expulsó o abrasó rápido. Sin embargo, todo apunta que ese encuentro, de una u otra forma, se producirá. De hecho, los grandes grupos financieros norteamericanos ya vienen haciendo planes conjuntos con las tecnológicas “que los iban a desplazar de inmediato”, y la digitalización europea o camina hacia ese encuentro o no será. En política, esos intentos son mínimos y muy tibios. Solo algunos países del este y norte de Europa están dispuestos a zambullirse en esa caldera, pero quizás los que más lo necesitan son los políticos del sur.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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