Terrorismo y política

PAULA NEVADO
Fotografía: PAULA NEVADO

Lo que parecía un éxito de la policía catalana (mossos) se fue a pique. La política española volvió rápido a su costumbre más arraigada. El caimismo puro se apodera de las neuronas de políticos, policías, periodistas y «todólogos» en general. De nuevo la muerte más execrable -la que trae el terror ciego e indiscriminado- se convierte en el punto de apoyo de la palanca que mueve el combate político nacional con su irracionalidad culpable.

No es nuevo este «baile de carneros» (aquelarre) tras el asesinato de 16 inocentes mientras paseaban confiados. Por desgracia, almacenamos numerosos ejemplos de cómo el terror es usado de manera bastarda en ese juego de oportunistas que se ha convertido la política española.

Todo comenzó en nuestra etapa moderna cuando, tras aparecer ETA, no pocos demócratas antifranquistas simpatizaron con aquellos chicos que atizaban con balas a la dictadura. Aquel «desenfoque político» tardó varios lustros en corregirse. Debieron de producirse centenares de asesinatos para que los partidos estatales y vascos -a excepción de los que apoyaban a ETA- llegarán al Pacto de Ajuria Enea. Entonces la mayoría empezó a remar en la misma dirección, aunque con divergencias y lentitud.

Este impasse de relativa cordura política lo vino a enturbiar seriamente José María Aznar al poco de acceder a la presidencia del PP. José Luis Corcuera, entonces ministro del Interior, cuenta que lo recibió en su despacho y que aquel le transmitió que la lucha contra ETA dejaba de estar excluida del debate político. El fondo de esta conversación privada se haría público el día en que Aznar, al acudir a un acto de repulsa del terrorismo, manifestó a los medios de comunicación allí presentes que estaba contra ETA y contra el gobierno.

Luego llegaría el derribo de Felipe González. Las feroces críticas de los populares contra las maneras de combatir el terrorismo por parte del gobierno socialista tuvieron bastante que ver. Aznar tomó la iniciativa antiETA y los socialistas le siguieron en lo fundamental, hasta que la patraña de que el PSOE estaba en el ajo de los atentados de Atocha el 11-M resultó un colmo insuperable. La insidia fue descartada por la Audiencia Nacional y luego por el Tribunal Supremo. Luego, Zapatero y Rajoy, junto al PNV, conducirían el combate contra ETA por el camino adecuado y pronto la banda terrorista tiró la toalla.

 

  Se llega al nivel de garrotazos habidos tras el 11-M

 

Pero Cataluña se cruza en la historia presente como un huracán político y social de la dimensión del 23-F. Y en estas ¿quién no se lleva para su morral de activos una hazaña tan clara, rápida e impecable como la protagonizada por los mossos? Seis terroristas abatidos, cuatro detenidos y tres fallecidos en la explosión de Alcanar. En cuatro días la célula yihadista que inundó de miedo a Barcelona, desmontada. ¿Quién puede dar más?

En estas andamos. Madrid entra en combate, después de las formalidades del velatorio, siendo su avanzadilla fuentes de una policía nacional descontenta y desplazada del epicentro del ataque, un servicio secreto que nunca para, aunque no se note, y la práctica totalidad de las editoriales de los medios de comunicación no adscritos al nacionalismo separatista. Ahora crecen las sospechas de que, quizás, los mossos no lo hicieron todo bien, y cada día surgen nuevas preguntas: se podría retorcer el discurso triunfalista de la Generalitat. Y, claro está: los portavoces de su policía contraatacan enfurecidos y se equivocan y mienten.

El hondón abierto no dejará de crecer hasta ver qué depara el 1-O. Pero la memoria de los asesinatos de Las Ramblas y Cambrils se desvanece por días. Se llega al nivel de garrotazos habidos tras el 11-M. Sólo algo bien relevante ha cambiado desde aquellos entonces. Ahora nadie pone en duda si los agentes catalanes actuaron correctamente cuando abatieron a los seis presuntos terroristas. Claro que, si ya nos olvidamos tan rápido de nuestros muertos, cómo vamos a preguntar siquiera por los otros.

 

Paula Nevado
A PAULA NEVADO, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo.

Un comentario en «Terrorismo y política»

  1. Pues sí, volvemos a olvidar quién es el responsable y aquí no ha habido ocultamiento de quién era el terrorista, garrotazo de unos a otros y de otros a unos, todo vale en la pelea cara al 1 de octubre, incluso reflexiones sobre por qué se ha producido la muerte de los terroristas si bien nadie de los de la reflexión se ha ofrecido a detener a un terrorista con cinturón de explosivos, reales o no, dispuesto a inmolarse sin «neutralizarlo»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Cerrar

Acerca de este blog