La Bandera de nuestros hijos

Bandera de España.www.pixmac.es
Fotografía: Bandera de España.www.pixmac.es
Bandera de España.
Bandera de España

Las banderas ondean mareadas siempre por vientos de polémica. Y no me refiero sólo a la bandera de España, tan zarandeada: amada y repudiada al tiempo. Los países que nos fijamos como modelo por el trato respetuoso que mantienen con sus símbolos: USA, Francia, México, Argentina … también tienen malos momentos con sus enseñas. Sin ir más lejos, la Casa Blanca convive a menudo con la quema y otras befas de las barras y estrellas en su misma puerta. Pero aquí nos empeñamos en mantenerlos como ejemplos de la buena relación de un país con su símbolo, y pretendemos trasladar ese supuesto respeto a nuestros hábitos nacionales.

De nuevo la búsqueda de ese «país Frankenstein» construido con pegotazos de lo mejor que encontramos en el extranjero. Pero los sentimientos nacionales no se pueden importar como el grano o los ordenadores; éstos crecen en nosotros como resultado o fruto de nuestra historia personal y colectiva, y, en este caso, estuvieron especialmente influidos por la imposición de una bandera ejecutada por la dictadura de Franco a punta de bayoneta.

Después de 36 años de democracia -y a pesar del sobeteo y la pretendida patrimonialización que el PP y la extrema derecha hacen de la rojigualda- las nuevas generaciones, sin ser nacionalistas, le vienen abriendo un espacio de respeto, tolerancia y creciente admiración. Los triunfos deportivos de tantos españoles y la internacionalización de nuestro país, sus gentes y empresas, han ayudado bastante. Para la mayoría de españoles la bandera viene unida al triunfo, la alegría y los goces colectivos. Es más el símbolo de una emoción compartida que el de una patria, con las cargas semánticas que esta palabra encierra. Sospecho que será esta vereda de razonamiento la que guía al socialista Pedro Sánchez cuando proclama su candidatura a la presidencia del Gobierno envuelto en un banderón.

El acierto de la puesta en escena (fue portada de casi todos los periódicos españoles) se mide tanto por la aceptación mayoritaria de la exhibición, como por el respingo que dio la derecha. Pedro Sánchez bien podría simbolizar a esos nuevos españoles a quienes la bandera no transmite nada pegajoso. Los viejos políticos de la transición, incluidos los republicanos, deberían estar satisfechos, pues al fin parece que tenemos la bandera de nuestros hijos.

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