Enemigo a las puertas

Yihadistas
Fotografía: Yihadistas
Yihadistas
Yihadistas

Desde hace varias semanas es perceptible la presencia de policías y guardias civiles fuertemente armados y protegidos (chalecos, despliegue, etc.) en diferentes puntos de nuestras ciudades. Se nota que no buscan disuadir al ratero. También esa policía anuncia con inusitada frecuencia la detención o arresto de presuntos yihadistas prestos a viajar a su nueva tierra de redención (el Estado Islámico (EI) en Siria/Irak), quizás próximos a atentar en España y siempre dispuestos al proselitismo y la ayuda a un movimiento terrorista «que ha sido capaz de construir un Estado». Además, la literatura sobre esta amenaza crece por días. Ya no está sólo el especialista en el Magreb o mundo árabe quien, de vez en cuando, nos alerta en un reportaje del crecimiento del salafismo, los horrores de Boko Haram o la ferocidad sunita transformada en organización política, ejecuciones y campañas de propaganda en las redes tan eficaces como las de las grandes marcas de consumo. No, la amenaza islamista radical abre telediarios y mancha las cover del papel más influyente del mundo. Estamos ante un asunto muy serio que puede reventar a numerosos estados árabes y aterrorizar a Europa al tiempo.

Hace unos cuantos años -aunque sobre todo fue tras los atentados del 11-M (un recuerdo ahora para tanto fallecido, herido y dañado para siempre)- que algunos especialistas y políticos más conscientes del fenómeno, como Rubalcaba, Javier Solana o el mismo Aznar, vienen otorgando a este problema el máximo rango. Sin embargo, quizás por causa de otras urgencias (la crisis económica) y demasiadas flaquezas (la debilidad creciente de nuestro pensamiento) esta alarma no ha traspasado la bóveda de las salas de conferencias. Pero ya la tenemos aquí como ese enemigo a las puertas que nos rastrea desde su visor automático.

Es de esperar, no obstante, dado el dilatado tiempo que se ha dedicado a observar estos movimientos tan crueles e inquietantes, que nuestros gobiernos no se equivoquen tanto en las respuestas como lo hicieran Bush y su «grupo salvaje». Porque tras dos o tres incursiones sangrientas de estos asesinos por Europa (la masacre de Charlie Hebdo, sobre todo) la prensa traslada algunas opiniones inquietantes de nuestras autoridades. Sin ir más lejos, el sábado día 14 se podía leer en El País: «El temor a la aparición en España de la figura del lobo solitario, el terrorista que actúa sólo, está acelerando la política de detenciones preventivas». ¿Se nos ha olvidado ya el dolor producido por la invasión preventiva de Irak? Quien dispara un obús o amarra unas muñecas con grilletes por presunción es un desalmado o tiene mucho miedo.

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