La pasada semana fui testigo de un hecho inusual hasta hace poco tiempo. La amplia mesa de ponentes de la jornada empresarial no estaba moteada por la habitual línea de botellitas de agua con sus correspondientes vasos bien juntos, sino por varias jarras de vidrio medianas, esas que compraríamos en IKEA o que encontraríamos en el hondón de un bazar chino. Es verdad que el acto se celebraba en el Ministerio de Medio Ambiente y que el objeto de encuentro era el agua y las artes para atraparla, tratarla y conducirla. Pero ya es un buen avance que en casa del herrero no sobreabunde la madera.
Hasta hace nada el agua embotellada de marca tenía tanto protagonismo en estos actos como los maceros municipales en fiesta mayor. Recuerdo ahora la rechifla que producía al personal periodístico ver al entonces todopoderoso Vicepresidente Económico del Gobierno, Rodrigo Rato, dirigirse al personal siendo presidido por la inevitable botella de agua Fuensanta cuando la firma era aún propiedad familiar.
Pero la cursilada de la botella exquisita y mejor diseñada va remitiendo en España. Este país nuestro – que seguramente tiene los mejores equipamientos hídricos de Europa y la vigilancia más certera de la salud y la calidad de nuestras aguas – llegó a producir más de 5.000 millones de litros de agua envasada al año durante esa larga década de nuevoriquismo y tontunas; llegamos a ser el tercer país europeo en su consumo, tras Italia y Alemania. Sí, también en este terreno nos excedimos con largueza. El brillo de doscientas firmas dedicadas al agua embotellada ayudó a que el deterioro de la imagen de nuestras traídas municipales fuera creciente.
La aparición masiva de aguas envasadas – más allá de la enorme bondad que siempre trae la promoción de una bebida esencial como el agua- ha acarreado no pocos males y tropiezos: ha debilitado el crédito del agua de grifo y nos ha inundado de millones de botellas de plástico en desecho. Claro que también ha pintado acuarelas únicas. Por ejemplo, esa legión de chicas jóvenes, esbeltas y saludables, acompañadas de su inseparable Kit del agua en sus bolsos, con sus botellas adornadas de tapaderas de color rosa u oro o simplemente iluminadas por lluvias de estrellas. También esas celebridades exhibiéndose con botellas de agua de lujo (tipo Bling H20) en la mano cuyo valor alcanza hasta los 370€ por botella, o aquel actor caprichoso que cuenta con voz declamante las bondades de las aguas puras de Fiji, “el agua mineral más limpia y pura del mundo” y la excelencia exótica de OGO, el agua “con más alta concentración de oxigeno del mundo” que se sirve en un recipiente de cristal de Swarovski.
Sí, el agua embotellada, que da mucho que hablar y enciende negocios en España, ha ido creciendo al compás de nuestro enriquecimiento bobo y al cierre de las fuentes públicas de las calles por parte de los ayuntamientos. No ha habido alcalde o consejería del ramo que se resistiera a subvencionar la embotelladora de “ese manantial excepcional que conocemos de toda la vida”, en tanto que la empresa privada de gestión del agua levantaba con suavidad el llamador de las casas consistoriales. Porque si negocio fue, y aún lo es, el del agua envasada, mucho mayor será el del agua, todavía pública, así que pasen unos años.
Hoy, demasiados ayuntamientos y consorcios, asfixiados por la deuda, se aprestan a soltar estos servicios por un puñado de dólares. Pero quizás no estén tan al tanto del valor de lo que ceden en concesión. El agua será la llave de la vida en el mundo en pocas décadas, como ahora lo es la energía, y de inmediato lo será Internet. Quien maneje la llave de ese grifo será el amo del mundo. El agua, así, dejará de ser la fuente de la vida para convertirse en su amenaza. La alarma por el cambio climático nos roza a millones de mortales pero la posibilidad de un agua escasa controlada por grandes grupos empresariales privados aún no sabemos qué ojos tiene.
Pudiera ser que todo este jequecito de aguas sanas y divinas sea la venda que nos impide ver a través del cristal límpido del agua.
TERESA MUÑIZ es asturiana pero hecha en Madrid, donde estudio en laEscuela de Bellas Artes de San Fernado, y vive. Crea y enseña pintura desde siempre. La abstración, el color, la determinación y el misterio son los puntales de su obra. Admira algunas de sus pinturas en su web.