La Energía de lo Pequeño (Algón Editores): un Libro Provocador y Visionario

Portada Energía de lo Pequeño. Algón Editores
Fotografía: Portada Energía de lo Pequeño. Algón Editores
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Portada. Algón Editores

Repare en este libro, le va a sorprender. Es atrevido, claro y visionario. Cuando aún no está decidido si el futuro inmediato será de las energías renovables, en especial de aquellas que tienen su fuente en el sol, Pau Solanillas y Álvaro Ponce, los autores, calan el muro que nos separa del mañana y aseguran que será el ciudadano quien se apropiará de la energía, a través de las herramientas que ya les da la investigación y técnica actuales, y la llevará hasta su casa, sus talleres, comunidades, aldeas y pueblos dejando de depender del «oligopolio contaminador» que son las actuales compañías eléctricas. El libro lo resumen sabiamente el periodista Mariano Guindal en el prólogo que hace al mismo. Destaco de sus notas los siguientes y muy significativos párrafos:

«Los autores buscan, promueven y atizan el debate alarmados por la “inacción política y social ante el cambio climático”, atrapados por la urgencia de combatir la crisis económica como objetivo casi único, y creen que casi la única manera de empezar a invertir el actual estado de las cosas es dar una batalla de ideas a las grandes ideologías e intereses de los grandes grupos energéticos y eléctricos del mundo y también dar un severo correctivo a no pocas de las prácticas con las que han irrumpido en los últimos años las energías renovables, en especial los llamados huertos solares«.

«(Los autores) defienden otro modelo más a ras de tierra, más pequeño, más democrático, “un modelo en el que ayuntamientos y entes locales, pymes, pequeñas y medianas industrias, comunidades de propietarios y organizaciones públicas y privadas de todo tipo se conformen como líderes del desarrollo en la economía del valor compartido”. En una frase, que la energía no sea un monopolio de los grandes.»

Para ello «hay que derribar los grandes mitos que aplastan o no permiten el paso a sus ideas (de los autores). El primer mito que detectan y combaten es considerar que los impactos ambientales de las energías renovables “son de la misma magnitud que los procedentes de las energías fósiles o de la energía nuclear”. También al actual convencimiento de que las energías renovables son más caras «y que no las podemos mantener en tiempos de crisis». Y en fin «que son las renovables las culpables de la tarifa eléctrica porque están subvencionadas.»»

«LA ENERGIA DE LO PEQUEÑO  pretende ser también un libro anticipatorio, pues los autores están seguros de que las nuevas técnicas de generación renovable se multiplican y abaratan de tal manera que será imposible que su desarrollo sea abortado por las grandes e incluso por los gobiernos. También esto será así porque, a pesar del espejismo de estos años de crisis que parece impedir cualquier avance, es precisamente un tiempo «de volver a los cimientos para reconstruir un sector (eléctrico) con enorme potencial. Un sector desmoronado por la falta de análisis, planificación y la incapacidad de gestión de las autoridades (…) y la ambición de algunos especuladores que han apostado por recoger el maná de las ayudas.»»

«Claro que el libro, y lo que en él se cuenta, tiene otra cara menos agradable y volitiva que la animadora de todas sus páginas y que podríamos sintetizar en democratización de la energía. Esta cara se llama «momento», la  realidad del momento presente que expulsa todo debate que venga a incordiar el status quo. Pues es palmario que, al menos en España, las urgencias que han anticipado los grandes grupos eléctricos no son ni siquiera la prioridad que se les otorga a unas energías u otras, sino la propia sostenibilidad de las empresas mismas forzadas a una internalización intensiva dado el abultado incremento impositivo a que les somete un gobierno obsesionado por el déficit y muy poco por favorecer la industria o el empleo.»

Y concluye con esta frase esperanzadora: «Las grandes transformaciones sociales vinieron a través de las ideas, luego fueron los inventos los que indicaron los cambios, ahora son los cambios tecnológicos tan extraordinarios, como por ejemplo Internet, los que fabrican las hojas de ruta de las sociedades. Sería bueno que, de nuevo, sea el talento el que ordene la escritura y no el brazo gigante de la técnica y el interés el que oriente a nuestra civilización occidental.»

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