Futuro

Los próximos días comprobaremos si esa liebre eléctrica tras la que corre España, sin posibilidad alguna de darle caza, se da un respiro y afloja la marcha o ensaya un nuevo sprint y apura hasta que reventemos. Los resultados de la tercera prueba de fuerza realizados sobre el baqueteado cuerpo de nuestros bancos, que conocimos el viernes 28, deberían servir para que todo amaine un tanto, para que, al fin, ese mundo ansioso de mercados y políticos rampantes confíen en las conclusiones a las que ha llegado la consultora norteamericana Oliver Wyman. Porque los analistas patrios, como el Banco de España, ya no están en el ajo al haber sido apartados por nuestro Gobierno. Así pues, el dictamen llega de las manos de otros expertos «que no tienen intereses en España». Veremos que ocurre.

Si persiste la cantinela de la desconfianza sobre España, deberíamos concluir, de manera definitiva, en que el juego cruel que se viene practicando en nuestro suelo tiene unas motivaciones que exceden a la crisis financiera, la explosión de la burbuja, el crac inmobiliario, nuestros excesos y los malos gobiernos. La profunda crisis política que cruje a la Unión Europea, (de la que los países más fuertes: Alemania, Francia y el Reino Unido, pretenden salir a su manera, es decir, imponiéndose sobre los demás), sería entonces, más determinante que los terribles bandazos económicos.

Esos que llamamos expertos sostienen que, a pesar de la cruda realidad de nuestros miserables números, aquello que más hunde a los españoles es la pérdida de toda esperanza al no ver salida alguna. Pero no es cierto, el español medio más consciente comienza a vislumbrar sus próximos años: salarios (cuando los haya) raquíticos, pensiones menguantes y trabajar hasta la muerte como nuestros abuelos. Ah, y quien pueda debería hacer hucha con la que afrontar la enfermedad, pues los buenos hospitales serán prohibitivos. ¡Claro que hoy nos estamos labrando el futuro !. 

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