Rajoy regresa de Bruselas de vacío una vez más. La cosa, a pesar de su paciencia y la buena cara que le pone, sigue dura. Él, al fin y al cabo un político, le quita hierro al pinchazo que trae en la barriga y dice que » total, 40 000 millones de euros (que ya no vendrán a recapitalizar nuestra banca) no son tan importantes».
Sus hombres en España, en el mismo instante, comienzan a lanzar hojas volanderas sin membrete que anuncian ¡una vez más! que los brotes verdes regresan de nuevo. Destacan que nuestro déficit comercial hasta agosto ha disminuido un 23,3%, que nuestras exportaciones crecen por encima del 4% en lo que va de año, y aún más las referidas a países fuera de la UE. «Solo Alemania puede decir lo mismo que nosotros». Además, el Tesoro se financia con holgura y a menor interés que el año pasado, así que «tenemos hecha caja para pagar deuda hasta final de año». O sea, el rescate puede esperar «e incluso no llegar a ser solicitado nunca». Así pues, no todo va mal. Al contrario, «el mal año parece que va pasando».
Ayuda sobre todo el pueblo español que a pesar de las enormes dificultades aguanta «sin tirarse al monte». Tenemos una democracia madura. El PSOE se está portando también: «Rubalcaba es un hombre de Estado». Los problemas amenazan de otro lado. Por ejemplo, la prensa y algunas de nuestras grandes empresas y tantos gurus al pedir de forma insistente el rescate «debilitan la posición del Gobierno». El Presidente juega una partida de ajedrez tan decisiva que «no se puede distraer ni para hacer una mueca». El que tenga voluntad de entender comprende por qué Rajoy tiene que actuar con «secretismo y misterio». No puede desvelar sus pasos y menos su estrategia.
Así pinta el momento político. Los recortes de caballo darán «pronto» sus frutos y la ciudadanía comprenderá rápido el por qué del actual sacrificio «que ya no irá a mucho más». El Gobierno y el partido que le apoya no están abatidos y sin discurso. Al menos el núcleo duro entorno a Rajoy cree a pies juntillas en lo que están haciendo. Solo necesitan algo de tiempo y fe, mucha fe de los suyos y quienes les han votado. Solo se admite como fallo el secretismo de Rajoy sobre los asuntos europeos. «Pero es que no puede ni debe hablar». Su silencio es nuestra ventura.