Diputados No

Mª Dolores de Cospedal
Fotografía: Mª Dolores de Cospedal
Mª Dolores de Cospedal
Mª Dolores de Cospedal

Cospedal ha decidido quitar el sueldo a los diputados de Castilla-La Mancha. Es (otro) acto populista y algo más. Esta decisión, que se toma en una cena de conmilitones al aire libre y en noche de calor, me trae a la memoria la cara estupefacta de un joven diputado al cobrar su primera paga en julio de 1977: «¡¿Solo 40.000 pesetas?!», exclamo incrédulo y desencajado. Pues sí, solo ocho mil duros cobraban los procuradores de Franco. El resto, no mucho más, les llegaba por asistencias a plenos o comisiones, presentación de enmiendas, ostentación de cargos, etc.Pero, claro, aquello era otro mundo. Aquella gente no representaba al ciudadano, ni eran personas corrientes. Eran los hombres del régimen; la mayoría ricos y todos ellos muy influyentes y poderosos en los sectores económicos o institucionales que representaban. Ellos no iban al Palacio de la Carrera de San Jerónimo a controlar al gobierno de la dictadura ¡faltaría mas!. Acudían a legitimarle y, sobre todo, a defender sus intereses y mantener mullidas las carteras siempre.

Así pues, dejar sin sueldo a los diputados, al menos en España, solo nos trae recuerdos de dictadura. Todo lo demás, apelaciones al ahorro y el valor de la austeridad, son milongas. La señora Cospedal al ser interpelada por los socialistas para que ella misma, su ejecutivo y altos cargos (entre ellos la mayoría de diputados del PP) diesen el mismo ejemplo que fuerzan a realizar al otro, ha respondido que una cosa es la tarea legislativa y otra «el encargo hecho a un partido para que administre» la Comunidad Autónoma. O sea, olvida lo esencial en democracia: que el Parlamento está para controlar y exigir al Gobierno. Prefiere que sea algo parecido a aquello que describen los suyos a la prensa: un lugar «donde solo se pondría coto a las incompatibilidades más flagrantes, con lo que el parlamentario podría participar en la tramitación de una ley sobre una materia en la que esté implicado».

Es penoso y alarmante asistir a episodios como estos: quitarse la oposición de encima con la coartada del ahorro al tiempo que se le anima a corromperse en la confusión del trabajo público y privado. No se conoce si esta iniciativa de la señora de la cara de hielo es fruto del desconocimiento o viene empujada con toda la intencionalidad. Si fuera a causa de lo primero convendría a sus paisanos removerla de la poltrona pronto, si es porque sabe lo que quiere es para salir corriendo.

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

*

Cerrar

Acerca de este blog

Este blog nace de la necesidad de contar algo, por insignificante que sea, sobre todo aquello que me interesa o inquieta y que casi siempre tendrá relación con la comunicación humana en su sentido más amplio.

La política, la economía, las artes, los placeres de la vida, como la gastronomía, el cine o la literatura tienen aquí cabida. El mundo actual en crisis se ha convertido en una noria de opiniones libérrimas, con frecuencia desencajadas, que se afanan en la crítica feroz más que en tejer futuro.

Los líderes sociales de aquí y allá, lo admitan o no, se han quedado sin respuestas. Continúan sus tareas con torpeza ayudados por viejas recetas que abandonan de inmediato porque ninguna le sirve.

En esta especie de equivocación colectiva en la que estamos embarcados, este bloguero sólo pretende vivaquear en nuestro azaroso caminar a tientas con la pretensión de encontrar en alguna ocasión esa pepita de luz que nos recuerde que la esperanza es la emoción humana más necesaria de recuperar en este tiempo.