Un Pasado Tremendo

Rodrigo Rato en el acto de salida a Bolsa de Bankia el pasado verano
Rodrigo Rato en el acto de salida a Bolsa de Bankia el pasado verano

Es cierto que casi todo lo que nos sucede tiene alguna de sus causas en el tiempo pasado. No podría ser de otra manera. Pero también es verdad que el pasado puede reaparecer de forma tremenda si nuestro manejo del presente no es el correcto. Es lo que ocurre los últimos días con ese desastre llamado Bankia versus Rato. Todo el mundo se hacía una idea de que Bankia no era una entidad financiera ni muy gloriosa ni muy saneada por mucho que gritara alto su publicidad («Hazte Bankero«) y tantas boquitas pintadas, tal cual la Presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, se esforzaran en ensalzarla. Como tampoco era cierto que Rato fuera ese Capitán América de las finanzas, aun cuando los que tanto ayudo (privatizaciones, créditos, liberalizaciones, favores…) lo divinizaran como el mago que trajo a España la riqueza tras siglos de pan y cebolla.

Pese a todo, nadie en el Gobierno se atrevió a meter mano y ordenar mudanzas. Rato era demasiado poderoso como para contrariarle y Bankia demasiado bocado para los catalanes de La Caixa. En peores garitas habían hecho guardia, de este empellón saldrían también. Mas, no pudo ser. Un creciente olor a pútrido fue invadiendo día tras día las Torres de Kio, sede de Bankia. Ni siquiera abriendo sus centenares de ventanas todas las noches el aire sano de la sierra pudo vencer. Bankia había caído sepultada por el derrumbe de miles de toneladas de ladrillo. Su aplastamiento amenazaba con ahogar a todo el sistema bancario español. Y fue en el momento exacto en que el país pendía de un hilo cuando intervino el Gobierno. Ahora España es toda ella una deuda y los bancos están abocados a no repartir dividendos. Es decir, la leche.
 
Algunos piensan que, después de las numerosas melonadas del Gobierno, sobrevenidas al tomar grandes decisiones en base a cuitas partidarias  o equilibrios de poder propios, los chicos de Rajoy empezarán a corregir y razonarán con mayor frecuencia teniendo en cuenta, sobre todo, los intereses públicos. No obstante, buena parte de los analistas políticos son excépticos. Sin ir mas lejos, la penúltima decisión errónea, o sea, basada en el interés propio, es la ruptura con el gobierno vasco de Patxi López al que pretenden forzar a un adelanto electoral. Dan demasiadas explicaciones para hacer comprender este paso, aunque siempre disfrazan la auténtica: les molesta sobremanera que los socialistas vascos se opongan desde el gobierno a sus políticas de poda social. Claro que este no es el asunto más importante, lo grave vendrá cuando tumben a Patxi López, pues se encontraran con un gobierno nacionalista que les condicionará todo y al que, en el mejor de los escenarios, le pagaremos el manso. Ah, sobre como cómo se pilotará luego el tema ETA no hablamos. Lo dicho, se les acumulan los errores. Gobernar haciendo caso a las asaduras tiene sus consecuencias.

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