Pactos

Es cierto que aprendemos de la experiencia propia y ajena. También lo es que solo acudimos a las ubres de lo conocido cuando la realidad nos ha aplastado las narices. Somos criaturas curiosas pero también engreídas que pretendemos descubrir el mundo por nuestros medios y, a menudo, erigir catedrales sin conocimientos suficientes de la resistencia de materiales y menos aún de la confección de planos. En alguna parte del cerebro, a buen resguardo, todos tenemos ese gen llamado Adán que nos espolea a ser siempre únicos y creadores.

Viene esta apertura a cuento de que los políticos llamados a ganar las generales tienen todas las trazas de haber decidido ya tomar ellos solos ese macuto con peso de piedra que ahora es España para sacarla de la crisis «y salvarla». Se equivocarán si al cabo derrotan por esa vía. A parte de someter a la mayoría a nuevos sacrificios, pueden llevar al país a nuevas crisis aún más peligrosas que la económica actual.

A estas alturas toda persona con sentido común (y Rajoy presume de esa gracia) sospecha que de este pozo no nos saca la fuerza de solo dos brazos, sino la suma de muchas manos. Un gobierno, incluso de mayoría absoluta, no será suficiente aunque acabe por estar formado con personas capaces y prudentes. La conducción de todo un pueblo hacia la austeridad, la escasez, la renuncia, el sacrificio y, en millones de casos, a la pobreza es demasiado petate para una sola espalda.

Si no queremos llegar a ser la copia a color de Grecia tenemos que aprender muy rápido de sus errores. En el solar de Pericles los salvadores de hace dos años (Papandreu) están hechos unos zorros y los griegos aún peor. Y no bastará con llamaditas desde el gobierno pidiendo consensos, arrimadas de hombros y compromisos con España. No, eso son engañifas. Harán falta decisiones de mayor calado. Nunca nada por debajo de un programa de gobierno debatido y aprobado por todas las fuerzas parlamentarias significativas, ni más allá de un gobierno de concentracion en el que estén todos, o casi

Los Pactos de la Moncloa fueron la vereda por la que se salió de la dictadura a la democracia. La exigencia actual no es menor. Así pues, ya no cabe que la oposición se eche a dormir o al monte. Porque sí, puede ganar unas elecciones, pero el resultado siempre será un país más arruinado.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Cerrar

Acerca de este blog