La grieta catalana

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

La enorme grieta que vino creciendo en el muro del embalse se abrió al fin. Las aguas del pantano ya bajan roncas y legamosas por las ramblas catalanas (sí, también por las Ramblas). Todos los catalanes y la mayoría del resto de españoles estamos en tensión. Ahora nadie sabe si la gran fisura de la segregación se abrirá  hasta desbordarnos a todos, o si los zapadores del Estado lograrán contenerla.  Lo único cierto es que los levantiscos independentistas atizarán la Diada, y más allá, con todo tipo de metrallas para que la fisura que nos divide se pronuncie cada día más.

Hasta aquí hemos llegado. Las instituciones autonómicas catalanas más decisivas han dado una fenomenal patada a las leyes que a todos nos gobiernan y se ponen en manos de ese dulce azar de la independencia. Ahora no es el momento de pedir responsabilidades a unos y otros, a Madrid con sus cohortes y Barcelona con sus «cors de ràbia», sino de tratar de impedir la pantanada más dañina. Pero todos hemos visto cómo crecía la grieta peligrosamente durante los últimos cinco años, que nadie lo olvide.

El grave episodio catalán, con todo, era un toro proclamado desde que Artur Mas anunció la intención de la Generalitat de sacar a Cataluña de España. Era lo que parecía que era: un movimiento sin otro destino que el de la independencia. Pero, como en tantas otras ocasiones, el hombre (y Rajoy lo es aunque en ocasiones parezca un Pantocrator) no admite que lo peor pueda ocurrir, y así, intenta superar escollos y crisis con armas ligeras y cizaña.

 

BÁRBAROS O SOLDADOS

 

Mas nuestro siglo XXI nació bronco. La gente pide soluciones a las bravas y se divide en clanes irreconciliables. En esta tesitura de abierta hostilidad en el mundo (casi despojado ya de sus mejores valores) son innumerables los que buscan su oportunidad aprovechando la confusión. La reacción norteamericana encumbra a Trump, los ingleses se encierran en el salón de sus tradiciones con el cerrojo del Brexit y, en general, el autoritarismo y la amenaza golpean a diario las puertas de la mayoría de las naciones del globo.

Es en este contexto (una España en crisis con un gobierno débil y torpe y una oposición socialista en la la UVI desde hace años) cuando el nacionalismo rupturista catalán ve la oportunidad de sacar a Cataluña de España. Y sí, la artrosis política de Madrid es considerable y el movimiento separatista va muy crecido, pero en todo lo demás no ha encontrado las condiciones y el clima necesarios para incubar lozana a su soñada república de Cataluña.

Restan unas semanas de vigilancia extrema de los acontecimientos y de sorpresas, pero da la impresión de que dominará la prudencia de la mayoría que observa con miedo el hondón que se abre entre Cataluña y el resto de Estado tras el 1-O. No calcularon bien que el espectáculo político -antidemocrático, bochornoso y radical- de los últimos días les restaría adeptos. Ha sucedido lo contrario de lo que esperaban: su increíble intervención de bárbaros modositos les debilita. Exhiben demasiada poca entidad para ser recibidos como valerosos soldados románticos. Nadie ve a Junqueras como el nuevo «condottiero» del siglo XXI.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo.

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