Paseo por Córdoba

Teresa Muñiz. Sin Título. 200 cm x 200 cm Año 1996
Fotografía: Teresa Muñiz. Sin Título. 200 cm x 200 cm Año 1996
Teresa Muñiz. Sin Título. 200 cm x 200 cm Año 1996
Teresa Muñiz. Sin Título. 200 cm x 200 cm Año 1996

Córdoba continúa siendo una ciudad muy bella. Si volviera a pasearla Washington Irving, aún podría reconocerla por su gran número de iglesias, conventos, palacios y casonas perfectamente enrejadas. Claro que debería mirar al cielo o, al menos, elevar la vista hacia un teórico tercer piso, pues los jardines, huertos y casuchas diseminadas que trababan aquella ciudad, que aún no había salido de su eterna Edad Media con sus monumentos, ahora es un mar blanco y ocre muy popular de casas de dos o tres pisos. Barriadas que huelen a cocina casera -por las que todavía vuela la copla- serpenteadas por la traza antigua de sus calles y adornadas de geranios que se ríen al asomar por los canalones.

Quedan numerosas tabernas, algunas de ellas célebres y muy exitosas, y números bares tipo Tío Rafael, con sus reliquias de cubas de Montilla en la penumbra. Pero todo lo que cuento no es nada nuevo para el que conoce Córdoba. Lo más destacable de esta ciudad en crisis, como tantas, es el ritmo al que brotan los bares, barecitos y barecetes; lugares de copas y coctelerías; restaurantes especializados en salmorejo, flamenquines y berenjenas y terrazas que copan hasta las marquesinas. Hay cubas a centenares en sus puertas donde las chicas jóvenes fuman y beben cerveza mientras ellos ríen y hacen ojitos.

Podría seguir relatando imágenes de bares y ocios pero es seguro que ustedes las conocen, o acaso las han sufrido. Más ilustrativo será dar dos brochazos de tinta a las ausencias, a los negocios que han desaparecido , los establecimientos reverenciales (algunos de ellos seculares) que corrieron la persiana. La sombrerería desapareció, los sastres se esfumaron, las librerías alquiladas a la franquicia de moda, el anticuario tornó en chamarilearía y en aquella pastelería mítica venden helados tan fríos como grasientos. La corsetería es hoy un lugar de té y la mercería es como un faro apagado. Las tiendas de telas se cuentan con los dedos y la marroquinería de fuste es hoy tienda de souvenir en la Judería.

Claro que la devastación del comercio tradicional cordobés no es un hecho aislado: forma parte de una epidemia nacional. Miremos sin ir más lejos a la excepcional Barcelona. El achatarramiento de sus tiendas singulares viene siendo tan sistemático que hasta el ayuntamiento está dispuesto a intervenir y suspender las licencias de obras y actividades durante un año «para frenar el cierre de estos lugares». Muchos creen que llega tarde, pues más de un millar de espacios comerciales singulares (algunos únicos) han caído talados por la ruina y luego atrapados por el negocio de oportunidades. ¿Tomarán medidas similares los munícipes de Córdoba y otras muchas poblaciones incluso no siendo turísticas?.

Claro que esta invasión del local revestido de pladur no ha impedido que crezca el consumo y la calidad del vino joven de Montilla. Sorprende el número de establecimientos que lo ofrecen y más aún la calidad media de estos caldos niños. Algo están haciendo bien en las escasas pero esforzadas e imaginativas bodegas cordobesas.

Cuando tomo el AVE de regreso, todavía regustando el sabor y la atención de un restaurante chiquitito llamado La Cuchara de San Lorenzo (ojo, así empezaron El Caballo Rojo, El Churrasco y bastantes otros hace unas décadas) y la pequeña amargura de no haber tapeado en la taberna de Las Beatillas, que me recomendaron con insistencia, me entra un correo que dice: «Madrid acogerá el martes 19 de febrero la inauguración de «Visionarios», un ciclo en el que dos periodistas dialogarán con Ferran Adriá «cocinero y genio creativo», que hablará ampliamente sobre el mundo de las ideas y las tendencias globales, el universo creativo, el cambio y la ausencia de límites». !Hostia puta!. ¿Será posible que la crisis consiga la metamorfosis del cocinero con genio en una suerte de Platón, Hobbes, Nietzsche o Bertrand Russell unidos?.

Definitivamente el mundo de la cocina se apodera de la tierra como un alien imparable. Será por ello que los cordobeses, tan sabios, recuperan la buena costumbre de tomarse sus estupendos medios de vino de la tierra. Por lo que pueda ocurrir.

TERESA MUÑIZ es asturiana pero hecha en Madrid, donde estudio en laEscuela de Bellas Artes de San Fernado, y vive. Crea y enseña pintura desde siempre. La abstración, el color, la determinación y el misterio son los puntales de su obra. Admira algunas de sus pinturas en su web.

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