Historia de una fragata

Paula Nevado
Fotografía: Paula Nevado

La fragata tiene el nombre de Méndez Núñez (el héroe de El Callao); hace tan solo unos días formaba parte, como invitada, de un grupo naval de combate norteamericano, comandado por el portaviones Abraham Lincoln, con el que maniobraba (ensayaba y aprendía) en las complicadas artes de la guerra moderna. Su misión era esa: mejorar en coordinación, probar equipos y tomar nota. Pero en la travesía, entre placentera y de maniobras, se cruzó la orden de Washington: enfilar tout suite hasta el Estrecho de Ormuz, cagar armas y esperar órdenes.

Madrid entendió que ese gajo lustroso de nuestra Armada no acompañaba al grupo de combate con finalidad hostil hacia nadie y ordenó que se descolgara de la flota. Y ocurre que la decisión del Gobierno español molesta (la derecha española proamericana dice que desaira) al Pentágono y al inquilino de la Casa Blanca que, dicho sea al paso, en cuanto a España solo ha mostrado interés por el tema catalán y su capacidad para aumentar la discordia en Europa. Los socialistas – denuncian la derecha y sus medios – nunca han dejado de recelar de Norteamérica. ¡Como si defender la posición propia fuera ofensa!

Pero el episodio de la fragata no es más que una anécdota, eso sí, reveladora de los conflictos que Trump, sus delirios y el “Estados Unidos primero” procuran al mundo. Por primera vez en el último siglo, USA se muestra claramente agresiva con Europa, a la que pretende domeñar y no duda en agredir; China sale de los confines orientales (que siempre fueron sus fronteras) y desborda el Índico y el Pacífico para vender al mundo de todo; Rusia despierta, y la erosión europea comienza a ser tan evidente que el europeo asustado (desigualdad, paro y autoritarismo crecientes) busca refugio en sus historias nacionales idealizadas y siempre falseadas, o no asumidas en su auténtica verdad.

Porque como la historia no termina nunca – o concluye en algo peor que es la leyenda – ocurre que de nuevo los radicales despiertan mostrando a los grandes fantasmas de ayer como gran remedio salvador. En España, el paseo de la momia de Franco quiere recuperar a “una España de orden y decente”; Francia revive sus pesadillas argelinas, y aún cree que París es la capital del mundo; Polonia decreta que ningún polaco intervino en el holocausto judío, y en Alemania reaparecen nuevos descendientes herederos de los Nibelungos y los grandes caballeros teutónicos. Del Reino Unido, poco nuevo que contar: fueron los primeros a los que el miedo y la creencia de que aún son un Imperio, y por tanto especiales y autosuficientes, los llevó a la locura del Brexit.

 

El peor pasado

 

Cuando decidimos parecernos a lo que fuimos, nos colocamos la peor de nuestras máscaras. El nacionalismo tiene esa cualidad: deforma la historia hasta que la patria (si es que existió  esa patria) parezca que tuvo un tiempo de esplendor al que hay que volver. Y los protagonistas de aquellas hazañas casi siempre son hombres con casco y espada.

Hay que ver lo que se estira en un momento la historia tras la decisión de interrumpir el rumbo de una fragata de guerra. La Méndez Núñez, sin ella pretenderlo, se erige en símbolo del Occidente que se divide por la determinación unilateralista de Trump: quiere continuar dirigiendo al mundo a su antojo atendiendo solo a su interés y sin contraprestación alguna.

Cuando tomó posesión, se decía que las instituciones norteamericanas, tan sólidas, contendrían al huracán naranja. Dos años largos después parece que tienen notables dificultades para moderarlo. En tiempos como los que vivimos, cobran especial relevancia libros de memorias cono “El mundo de ayer”, de Stefan Zweig. El gran escritor austriaco escribe que en los primeros años de Hitler en el poder, éste tranquilizada a las naciones inquietas por “las noticias que les llegaban de Alemania”, con las palabras que sus dirigentes querían oír. Hoy Trump, muy al contrario, se esmera para que su voz sea incluso más fiera que sus acciones. El vociferante neoyorquino es la destrucción proclamada y, de momento, ni sus compatriotas ni el resto del mundo lo logran callar. Europa, entretanto, continúa manchándose del pasado, de su peor pasado.

PAULA NEVADO
A Paula Nevado, su inquietud y sensibilidad familiar, le han llevado a formarse en diferentes disciplinas creativas y trabajos artesanales. Desde hace años se las tiene con la luz y sus caprichos para adobar con ellos las imágenes que le interesan. Con esta colaboración traslada de manera abierta la búsqueda del mundo que solo puede capturar su ojo. Puedes seguir su trabajo en Instagram: @paula_nevado

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