La orquesta española

La orquesta española
Fotografía: La orquesta española
La orquesta española
La orquesta española

No hay nada más fuerte que la palabra: hasta llega a parar las guerras cuando los hombres se deciden a usarla y conversar para la paz. Sin embargo, es habitualmente banal, la usamos para distraer, disimular o engañar.

Algo de esto ocurre las últimas semanas en España: nuestros políticos hablan (o se cocean: Rajoy-Sanchez) sin concluir en nada, mientras los medios, atentísimos, les prestan tanta atención como a los casos de corrupción en el PP que se suceden sin que se les vea fin.

La última semana, este país semejaba (permítaseme la exageración metafórica) una tímida orquesta del Titanic, regodeándose en las miasmas nacionales: corrupción y desencuentros, mientras el mundo temblaba. En tanto atendemos a los telediarios y las tertulias políticas con parecido interés al de los adictos al Sálvame, las fallas tectónicas sobre las que se sustenta el edificio capitalista que nos atrapa se mueven con tan alto grado de intensidad que todo indica que nos encaminamos a un nuevo tiempo de recesión y más desempleo.

China es una fenomenal burbuja de mentiras, en tanto que Occidente no solo no corrigió los errores de codicia que nos llevaron a la gran recesión de 2008, sino que abunda en las mismas o parecidas prácticas. Y Europa, una vez más, es la pupas del grupo. Muchos sostienen que es a causa de las políticas de austeridad impuestas por Alemania en el continente. Pero los teutones ya no escuchan y ni siquiera los otros grandes países insisten para convencerlos

Así que cuando al fin tengamos Gobierno -¿abril, mayo, julio?- igual tenemos que ampliar el horario de las oficinas de desempleo y recuperar los decretos del copago farmacéutico. La miopía de nuestros líderes políticos, el pasmo de la empresa y la ruidosa ausencia de talento (y del mejor patriotismo) nos pasarán factura sin duda.

Anotemos con trazo grueso lo que empieza a comentarse en los mercados: «Los bancos centrales ya no son suficientes para detener el terremoto, son necesarios los políticos». ¿Qué políticos? ¿Hay (grandes) políticos? Nadie los encuentra pero empiezan a ser culpados de nuevo de no vigilar el vuelo rapaz de los capitales.

Volver a empezar.

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