Tiempo de promesa

Teresa Muñiz. Temple al huevo sobre papel.65x50.Año 1983
Fotografía: Teresa Muñiz. Temple al huevo sobre papel.65x50.Año 1983
Teresa Muñiz. Temple al huevo sobre papel.65x50.Año 1983
Teresa Muñiz. Temple al huevo sobre papel.65×50.Año 1983

Rodamos por unas semanas de máxima expectación: pronto veremos derramar las cestas de frutas ante nuestros ojos maravillados y notamos ya la felicidad de la azada que abre el hoyuelo a la plantera del tomate, la berenjena, el pimiento… Es tiempo, además, de ajetreo, de inauguraciones, de descorches y catas, de anticipar provisiones y estar atentos a los milagros que puedan ocurrir.

El 23 de abril, día del libro, numerosos restaurantes regalarán una novela, o un ramillete de cuentos, a todo aquel que coma en sus salones (me pasaré por el restaurante Bolívar, curioso, a preguntar qué obra regalan ¡no vaya a ser que venga traducida al quechua!), y muchos otros se empeñan en colocarnos bacalao. Porque el empecinamiento de los nórdicos para encasquetarnos sus peces es tan modélico como sus sofisticadas industrias y su eficaz comercialización. Tenemos a Islandia en la boca en forma de buñuelos de bacalao, bacalao a la parrilla, o confitado o meloso o al pil pil o…

Hasta la galleta se pone de punta en blanco. El martes 14 pasé por Aguilar de Campoo. Un recuerdo a vainilla se me coló por la nariz y bajé la ventanilla del coche. Allí estaba ella, la eterna galleta empapada de azúcar y canela dominando los vientos. Acababan de inaugurar la nueva fábrica de Gullón, un ciclópeo mamotreto en verde que parirá hasta 140 millones de kilos de harinas soñadas al año. La ciudad de las galletas -que a punto estuvo de convertirse en un cementerio más para la memoria alrededor de una ermita románica, como tantas otras poblaciones de la zona- sobrevive gracias a la gesta de esta familia galletera, el anclaje de Siro amarrado al puerto de Mercadona, y a ese Peridis, su hijo más predilecto y ruidoso, que le da brillo, esplendor y sobre todo abre rutas hacia aquellos parajes con el tañido de tantos eremitorios, conventos y palacios que ha resucitado con la ayuda de unos atinados fondos públicos.

El lunes 13 me esperaba la cata comprometida. Es de vinos de bodegas Valduero. Me gustan desde que una noche, hace unos cuantos años, me pusieron una copa de sus crianzas en el Paulino de Quevedo. Le pregunté el precio al camarero. «Doce euros» «Si no se malea -sentencié- en poco tiempo está a dieciocho y no lo tendrás en barra». No me equivoqué. Cada año este ribera va a mejor, aunque a veces codean por la calidad de la cosecha. El reserva de 2009 es magnífico. Esta casa ya puede entrar en la corte real de los grandes riberas con su color y sabor arañando la excelencia y gracias a su ligereza: un reserva que no mancha.

El jueves 16 remuevo entre mis recortes de periódicos exquisitos. No sé por qué mi atención se clava en uno de tantos titulares pijos: «Alta cocina en la regata». Leo y exclamo hasta soliviantar a la perra «¡Por fin Adrià crea algo entendible desde que cerró El Bulli! Son alimentos liofilizados para consolar y deleitar el hambre de las tripulaciones de regatas. Se trata de seis preparados elaborados por el Celler de Can Roca y Les Cols, que traen patatas en salsa y aceite de eucalipto, arroz con calamares y con leche, humus con atún… Gastronomía top para los arriesgados chicos de la mar, y pronto para los vocacionales de la montaña y hasta del excursionismo y el viaje cool. Sólo es necesario rasgar un delicado sobre que ocupa y pesa lo que un loncheado de jamón, y echarle un chorrito de agua caliente ¡o fría, ojo!

Sí, sabores genuinos, alimentos con todas sus propiedades que vienen para arrumbar para siempre no ya al sándwich y al bocata, sino a los guisos de alto standing que, al cabo, todos saben igual.

Ya vemos, el I+D de El Bulli confirmado en las pruebas de la Unidad de Investigación de Ciencia y Cocina de la Universidad de Barcelona, todo ello al cuidado del ojo del nutricionista, consiguen estas joyas tan parecidas a los alimentos desecados de siempre en nuestro Mediterráneo o la mismísima China, pero que nadie supo poner en valor. Pronto todos podremos alcanzar la sensación de alimentarnos como un astronauta, aunque tripulando un catamarán. Lujo y aventura, la quintaesencia de la satisfacción.

Recientemente se ha publicado Pan Soñado, el libro de Pepe Nevado y Teresa Muñiz que reúne más de cincuenta artículos del periodista y otras tantas pinturas de la artista publicados en este blog desde que comenzaran su colaboración hace ya dos años.  La primera edición de Pan Soñado se acompaña de un disco grabado en exclusiva porTangoror

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