El ciberataque

No deberíamos darle demasiadas vueltas: el negocio de la ciberseguridad mueve ya 180.000 millones de dólares al año, según el magnate Carlos Moreira, creador de Wisekey, uno de los más grandes grupos empresariales del mundo dedicado a varear en la nube nuestros secretos. Con esos intereses no se puede esperar otra cosa que el incremento de los asaltos y, pronto, las guerras cibernéticas. Por lo pronto, según leemos en la prensa londinense, Washington y Londres han pactado la realización de maniobras en instituciones y empresas de sus respectivos países para entrenarse y llegar preparados a los nuevos ataques que seguro vendrán. El asalto a los ordenadores de Sony por Corea del Norte (ja!) a fin de achicharrar la comedia satírica sobre su jefe Kim-Jong-un, y ahora el rebrote criminal del islamismo asesino en Europa, se lo están poniendo a huevo para dar cancha al crecimiento y expansión de esta industria.

Mientras todo esto crece (¿a velocidad de cáncer agresivo?) en esta orilla del Atlántico, Europa -también al calor del París de la libertad de los últimos días- limpia el polvo del busto de Voltaire y reedita su Tratado de la Tolerancia. La máquina y el dinero frente a la Ilustración. No es nada nuevo y mucho menos algo inútil, sólo que la propuesta francesa parece bastante cándida a estas alturas. Aunque se desee alumbrar el camino de franceses y otros europeos, tan desconcertados, con el haz de luz de uno de los faros más potentes de la historia en pro de la libertad y el individuo, la realidad viral del ciberespionaje es tan devastadora que deshace la argamasa cultural (aluminosis de las grandes creaciones humanas, le llaman algunos) que nos identifica como civilización .

Poco a poco vamos almacenando el mundo, (con nuestras vidas y sueños en Facebook, Twitter, WhatsApp…), en potentes ordenadores, y alguien ha decidido protegernos de los ataques del malo. Lo que ocurre es que no siempre estamos seguros de quien es el que viste de negro. Esto no es tan sencillo como en las historias de Tolkien: Gandalf contra Sauron. Deberemos ir preparándonos para ser actores (y damnificados) de fabulosas historias como vemos en tantas películas de Hollywood. A dios lo han expulsado de la nube, allí estamos ahora todos nosotros en cueros vivos pastoreados por quienes han inventado y dirigen la máquina. Eso sí, buscando ansiosamente el saboteador bueno.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Cerrar

Acerca de este blog