Misiles sobre Damasco

Un buque lanza un misil de crucero
Fotografía: Un buque lanza un misil de crucero
Un buque lanza un misil de crucero
Un buque lanza un misil de crucero

Todo está preparado. El bombardeo de Siria por parte de Estados Unidos, con el concurso de varios países occidentales más Turquía, Arabia Saudí y otros, se anuncia próximo. Solo se está a la espera de cerrar remates como las dudas de Obama sobre la legitimidad internacional del mismo y de los trámites parlamentarios y logísticos de algunos países. Después de dos años de cañoneos y otras masacres en el país de los Omeyas, con la consecuencia de más de cien mil muertos y un mar de desolación, sin que nadie se decidiera a parar la carnicería perpetrada por el dictador El Asad, todo se precipita en los últimos días de agosto. El detonante es, al parecer, la evidencia del uso de armas químicas contra la población civil por el ejército del régimen. Los israelíes – que no toleran que países de su entorno posean armas nucleares, químicas y misiles de largo alcance que les puedan tocar – han debido de tocar a rebato y sus poderosos padrinos norteamericanos han respondido.

Los días previos al ataque son muy necesarios para desplegar el circo propagandístico que justifique la necesidad de la intervención militar. Si ayer fueron las (inexistentes) armas de destrucción masiva de Irak, hoy es la utilización criminal e inaudita de armas químicas, al parecer. Las consecuencias de esta acción militar inminente son evidentes aunque se escamotee su explicación: mayor destrucción y otro país árabe más arrojado al odio y el terrorismo. La lectura política tras la proclamada lluvia de acero sobre Siria no puede ser más decepcionante. Obama, que tanta novedad prometía, cae en la trituradora de los ideales de su imperio como a tantos otros norteamericanos bienintencionados les sucedió antes. El presidente francés Hollande, un político reptante en Europa, aspira a levantarse sacando pecho militar, en tanto que la UE exhibe al mundo su ínfimo poder, y rusos y chinos siguen engordando como consecuencia de su creciente ferocidad y de los errores de Occidente. Sólo un país sale beneficiado de esta intervención incluso antes de que caiga el primer tomahawk sobre Damasco: Israel.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Cerrar

Acerca de este blog