El Ejemplo

El empresario valenciano Juan Roig

El pasado miércoles 7 de marzo un rayo de esperanza alumbró España. Sucedió  que un empresario llamado Juan Roig dijo haber creado 6.500 empleos fijos en 2011, aumentado la cifra de su negocio en un 7,9 % y obtenido hasta 474 mill/€ de beneficio, un 19 % más que en 2010. Y pronosticó algo más: seguirá creando empleo en este 2012 horribilis y, por tanto, amasando beneficios. Vamos, que seguirá escalando puestos en la lista Forbes de los más ricos del mundo.

No se extendió demasiado en explicar cómo ha logrado tamaña hazaña pero si dejó rodar algunas gotas de elixir que, acaso,  sean el catalizador de su triunfo: «Cada vez hay más bazares chinos porque tienen la cultura del esfuerzo que no tenemos en España(…) Hay que tomar medidas  en sanidad, en justicia y enseñanza (…) Estoy completamente de acuerdo con la reforma laboral, aunque yo habría ido más lejos». Dio, pues, todo un recital sobre cómo proceder en estos tiempos para derrotar el pánico al futuro. No fue un catálogo de teorías sino de prácticas. Roig arrojó del tapiz a los gurús que nos acompañan los últimos tiempos, esos profesores o financieros o analistas que nos cuentan milongas que, al cabo, explotan como pompas de jabón.

Estamos ante alguien realmente notable, un hombre, «el hijo de un porquero» , que demuestra con hechos que las crisis, todas las crisis, son vencibles. Él lo ha conseguido en esa parcela de vender alimentos y ungüentos, pero receta que es posible también en otras materias como la sanidad o la educación. Falta solo esforzarse. Ser como los chinos, o mejor, convertirnos todos en chinos. El gobierno ya tiene un espejo donde mirarse. Cuando todo está tan difícil, este empresario valenciano, buen amigo además de su partido, se le ofrece como el mejor ejemplo imaginable y cae sobre esta España en sequía como agua de mayo.

Es posible conseguir todo con esfuerzo y renuncia como hacen los chinos. Dieciséis horas de trabajo todos los días de la semana, salarios mínimos y asumiendo parte de los gastos sanitarios y de educación. La mejor ayuda social será el trabajo al que se ha de perseguir con el mismo afán que los rudos medievales buscaban el Santo Grial: con la determinación de los temerarios. Así pues, adiós al Estado del Bienestar y, acaso, a todos los estados. El hombre de mayor éxito entre nosotros nos evidencia con resultados concretos que el futuro es China y el problema se llama Europa.

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