Ante el Abismo

Tras la decisión -parece que irreversible- de que Rubalcaba sea el candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno, se abre la descalificación atronadora de su nomininación a dedo (se entiende que es el dedo de Zapatero). Pero vistos los avatares de nuestro socialismo en los últimos meses no parece que esta imputación sea tan cierta.

Desde el mismo momento que se abrió paso la eventualidad del relevo de Zapatero, éste dio vía libre al debate de primarias dentro del PSOE «como la solución más democrática». Es más, a medida que se consolidaba el nombre de Rubalcaba como el sucesor, crecía la alternativa de Carmen Chacón, una política más conocida que significante. Parece claro que -aún sin admitirlo- Zapatero promovía con determinación esta candidatura. Y las primarias, con o sin Rubalcaba en liza, se hubieran celebrado si la derrota socialista del 22-M no hubiera sido tan tremenda. Es esa hecatombe electoral que espolea a la práctica totalidad de los dirigentes del PSOE a cerrar filas entorno a Rubalcaba y «dejarse de pijadas».

El apretón dado a Zapatero por los jefes y oficiales del PSOE ha sido tal que debe estar contento de mantener aún los galones de Secretario General, al evitar la celebración de un Congreso ya. Así pues, no parece que Zapatero esté en condiciones de imponer nada, sino más bien al contrario: está más próximo que nunca a ser el quien acate las decisiones de la mayoría del partido. Parece evidente que el grueso de la militancia cree que es el principal responsable de la derrota y que lo mantiene al frente de la dirección porque por el momento no encuentra una solución que le sea menos dañina que su permanencia.

La proclamación de Rubalcaba – intrigas palaciegas aparte- se parecería más a la entrega del mando al general más reputado después de que el ejército hubiera recibido una severa derrota y cuando el enemigo está a punto de asaltar la ciudadela. En esas situaciones sirven de poco los oficiales recién salidos de la academia y menos aún los filósofos. Y es que el PSOE lucha ahora por no caer despeñado por el abismo.

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