El Velo

La polémica pública a propósito del velo y otros atuendos similares que porta la mujer musulmana en España y Europa, arrecia. Las personas opuestas al mantenimiento del velo en escuelas y universidades, en dependencias públicas como juzgados o centros sanitarios, etc, pertenecen por lo común a organizaciones o instituciones laicas o siguen a movimientos feministas y otros de corte progresista o de izquierda. Junto a ellos, y por razones bien opuestas, caminan los grupos ultraderechistas, racistas y xenófobos que persiguen al velo porque lo lleva la «mora» a la que odian. De otro lado están los claramente tolerantes: «que cada uno se ponga lo que quiera», pero son una franca minoría. La gran mayoría, en cambio, está envuelta en un mar de dudas. No tiene un pensamiento definido sobre el asunto y, por tanto, una opinión clara. Se mueven en función de las corrientes de opinión dominantes o con mayor pegada mediática. En España aumentan cada día los prohibicionistas de una forma de cubrirse la cabeza y el rostro que es fruto de la influencia de una religión, una historia, unas costumbres, una diferenciación del otro, incluso la manifestación de una rebeldía frente al blanco intolerante. A este cambio de opinión ayudan los movimientos feministas, muy activos, y las noticias de otros países como Francia, contraria a la exhibición pública de estos atuendos.

Con todo, creo que la reflexión colectiva es insuficiente, al menos en nuestro país. Sin ir más lejos hasta hace dos días (y aún hoy en las iglesias católicas) el pañuelo cubría a la mayoría de nuestras madres o abuelas. El velo, el pañuelo, el rundel, el rebociño, el alquinal, el zorongo… (son decenas las palabras españolas para identificar esta prenda) ha sido hasta ayer seña de identidad de la mujer mediterránea de una y otra orilla.

Sólo las nuevas modas y los cambios sociales que incorporan a la mujer al trabajo de forma masiva, al tiempo que gana independencia, autonomía y criterio han hecho que vuele de sus cabezas. Igual ocurrirá con la gran mayoría de musulmanas que viven en Europa. Es cuestión de tiempo. La cultura europea dominante se encargará de ello.

La prohibición y la intolerancia nos harán mejores, sino más débiles. La prohibición del velo se debe aceptar sólo por motivos de seguridad, orden público y otros casos extremos.

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