Fuera cascarones

El juicio sobre el accidente del Yak-42 y su larga estela de ruinas se ha convertido en el episodio más revelador y extraordinario ocurrido en España en los últimos 30 años. Trillo ha salido libre como el viento sin que nadie comprenda cómo ha podido ocurrir tal hecho. El que ordenara traer a toda prisa los restos de los militares ha resultado que nada tiene que ver en esta historia fabulosa. Ver para no creer. ¿Y los militares? Sólo hemos escuchado la voz dolorida y muy digna de los deudos de los fallecidos pero de nadie más. Se comprende su silencio a causa de la obediencia debida al Gobierno, pero, ¿tan estruendoso silencio? Muchos creemos que si el lugar de Trillo hubiera estado ocupado por Chacón , otro gallo habría cantado. Por cierto, las palabras de la ministra de Defensa en el Congreso haciendo notar que los máximos responsables de la catástrofe estaban en las bancadas populares han sonado como el postrero y único reproche del Ejército a nuestra derecha. El Gobierno, por su parte, si exceptuamos los aspavientos más bien teatrales de Bono cuando fue titular de Defensa, se ha mantenido en ese lugar entre tibio y timorato del «que opere el Estado de Derecho». La prensa estuvo en su mayoría a favor del carpetazo hasta que las evidencias tumbaron sus legañas. Claro que hoy muchos defienden que Trillo ha asumido sus responsabilidades políticas porque hasta en dos ocasiones las urnas lavaron las culpas que pudiera tener. Esta historia asombrosa merece que las universidades remuevan con sus manos tantos cascarones hasta encontrar pruebas contra aquel/los que echaron con urgencia los cuerpos devastados de 62 soldados «en esportones» porque el tiempo político que ellos manejaban así lo exigía.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Cerrar

Acerca de este blog