Agenda negra

Si el momento viene propicio para los líos, todo es criticable, incluso lo siempre sagrado. Así las cosas, aquello que idee, promueva o efectivamente realice Zapatero pasará por la túrmix inapelable de la crítica o el rechazo sin paleativos. Ocurre con su flamante gobierno. Se le rechaza tanto como el anterior «que era un ejecutivo abrasado». La opinión periodística y la crítica opositora coinciden en su despecho con sólo muy leves matices. Los argumentos son variados y coincidentes pero son tres los que destacan: la supuesta falta de talla, o de conocimientos sobre las diversas materias, de la mayoría de los ministros/as; su edad, que va de los sesenta años para arriba y, el momento escogido, cuando aún no hace una año que se formó el Ejecutivo tras las elecciones de 2008. Es decir, la crítica está basada en apriorismos, suposiciones o prejuicios, o sea, escasamente fundada. Pero en el mismo momento de nacer ya se trata de imponer como un nuevo sambenito del gobierno. Es cosa de la política de estos tiempos donde el adversario ideológico siempre es malo por definición. No existe el beneficio de la duda y menos esa bula de los cien días que se les daba a los gobiernos para que encontraran su sitio. Así pues, personalidades políticas como Manuel Chaves o Elena  Salgado no tienen valor alguno, sino muy al contrario, lastran. El momento de concentración de críticas contra Zapatero  y de acción política es tal que haga lo que haga no será bien recibido. Al menos en Madrid, el cerco crítico entorno a él es de casi 360º. Algo tendrá que hacer para romper por algún flanco. Si ni siquiera suma el papel eficaz y muy apreciado por los líderes mundiales que ha desarrollado en la última semana de cumbres, qué puede esperar de la negra agenda interna que le espera en los próximos meses.

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